LIBERTARIOS

APARTADO PRECEDENTE

APARTADO SIGUIENTE



En los tres países la mayoría piensa que la libertad es más importante que la igualdad. El porcentaje de esta mayoría es mayor en Estados Unidos que en Canadá y que en México (72, 64 y 59 por ciento, respectivamente). Hay un orden decreciente muy claro sobre la preferencia por la libertad, con Estados Unidos como el más libertario y México como el menos.



Por otro lado, en los tres países la minoría piensa que la igualdad es más importante que la libertad. El porcentaje de esta minoría es mayor en México que en Canadá y que en Estados Unidos (41, 32 y 25 por ciento, respectivamente). Hay un claro orden decreciente en la preferencia por la igualdad, con México como el más igualitario y Estados Unidos como el menos.

Cuadro 4.12

PREFERENCIA POR LA LIBERTAD

O LA IGUALDAD

POR PAÍS

PORCENTAJES

ESTADOS

UNIDOS

CANADÁ MÉXICO
Libertad 71.6 64.0 59.4
Igualdad 25.4 32.7 40.6
Otra 2.9 3.2 0
Totales 100.0 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 252. Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.000. La V de Cramér es 0.1175.

En Canadá, entre angloparlantes y francoparlantes hay la misma relación que entre estadounidenses y mexicanos. Siendo entre unos y otros mayoritaria, la preferencia por la libertad reúne más angloparlantes que francoparlantes.

Cuadro 4.13

PREFERENCIA POR

LA LIBERTAD O LA IGUALDAD

CANADA

POR GRUPOS CULTURALES

GRUPOS CULTURALES
PREFERENCIA Angloparlantes Francoparlantes
Libertad 66.8 56.4
Igualdad 29.3 41.7
Otra 3.8 1.8
Totales 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 252. Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.000. La V de Cramér es 0.1230.

También otras fuentes muestran esta diferencia valorativa dentro de Canadá.

"Aparece como un hecho que los quebequenses francoparlantes generalmente recomiendan políticas de distribución igualitaria y prefieren la igualdad numérica (la misma cosa para cada uno, sin preferencias) a la igualdad proporcional (a cada uno según capacidades o según méritos). Sucede lo contrario en Canadá angloparlante. Así, por ejemplo, interrogados sobre la naturaleza de los objetivos a seguir en programas de desarrollo social del gobierno federal, 60 por ciento de los francoparlantes de la muestra las privilegiaron las prioridades «colectivas» mientras que 60 por ciento de los angloparlantes prefirieron «la promoción individual»"(1).

Las ocho regresiones logísticas múltiples resumidas en el subanexo 3.5 muestran que los anglosajones (canadienses angloparlantes y estadounidenses) muestran mayor preferencia por la libertad sobre la justicia que los latinos (canadienses francoparlantes y mexicanos). Esta diferencia se explica, parcial o totalmente, por el hecho total de pertenecer a una u otra de esas culturas.

La preferencia por la libertad, que es la esencia del liberalismo, es también característica fundamental del individualismo(2). El individualismo es esencialmente liberal, es una de sus consecuencias más claras y una sus expresiones más constantes. "Así como el igualitarismo es una ideología que evalúa la relación entre las contribuciones y las retribuciones que se encuentran instituidas entre los individuos, el liberalismo es una ideología que juzga la calidad de una organización social por la extensión de la esfera que reconoce a la iniciativa y a la autonomía individuales"(3).

Correlativamente, el liberalismo es substancialmente individualista. "El pensamiento y la práctica liberales, escribió David G. Smith, han insistido esencialmente en dos temas: por un lado, el disgusto ante la autoridad arbitraria junto con el deseo de substituirla por otras formas de prácticas sociales; y, por otro lado, la expresión libre de la personalidad individual"(4) .

La libertad es uno de los valores básicos en los países modernos. En Estados Unidos es el valor nacional. El individualismo exige casi intrínsecamente la libertad, por lo menos en el sentido de que es impensable el individuo como referencia principal sin que la sociedad le garantice la libertad.

Pero, según Tocqueville, el problema no se plantea como la preferencia por la libertad a secas, sino en la preferencia por la libertad sobre otro valor central de las democracias modernas, la igualdad:

"El gusto que los hombres tienen por la libertad y el que tienen por la igualdad son, en efecto, dos cosas distintas, y no temo agregar que, en los pueblos democráticos, son dos cosas desiguales."(5)

En lo que sigue de este capítulo, supondré que el individualismo exige la preferencia por la libertad, no por la igualdad.



Los factores como que explican esta valoración en los países de América del Norte son históricos y estructurales.



Factores históricos

Los factores históricos que explican la valoración de la libertad en los tres países de este estudio son la duración de sus épocas coloniales, la intensidad del absolutismo en las metrópolis y la influencia del liberalismo.



Las épocas coloniales

Asumo que, caeteris paribus, la duración de las épocas coloniales influye proporcionalmente en la valoración de la libertad: a mayor duración de aquéllas menor valoración de ésta. La razón de esta relación es que la dominación colonial, sobre todo si va acompañada de una ideología legitimadora, no socializa para la libertad porque si socializara para la libertad socializaría para su propia destrucción.

México tuvo la época colonial más larga de los tres países de este estudio, y probablemente esto sea uno de los factores que explican que, junto con Quebec, sea la nación que menos valora la libertad. En este aspecto, México es seguido, en orden descendente, por Quebec, Canadá angloparlante y Estados Unidos. México fue colonia de España durante 300 años (1521-1821)(6). La Nueva Francia fue colonia de Francia 155 años (1608-1763) y estuvo bajo el dominio colonial inglés otros 104 años (1763-1867), es decir 259 años bajo ambas metrópolis (1608-1867)(7). Las Trece Colonias fueron colonias inglesas 169 años, contando desde la fundación de la primera colonia (1607-1776), o apenas 44 años contando desde la fundación de la última (1732-1776)(8).



La intensidad diferencial del absolutismo europeo

Estados Unidos y Canadá angloparlante valoran más la libertad porque el absolutismo metropolitano fue menos intenso en Inglaterra que en Francia y España. Las colonias británicas no sólo fueron colonias menos años que las españolas y la francesa, sino la libertad de que gozaron fue mayor.

Montesquieu hizo en pleno siglo XVIII un elogio de la libertad de los ingleses en el célebre capítulo "Sobre la Constitución de Inglaterra", el sexto del libro XI de Sobre el espíritu de las leyes(9). Antes de empezar este capítulo, Montesquieu escribe:

"Hay también una nación en el mundo que tiene como el objeto directo de su constitución la libertad política. Vamos a examinar los principios sobre los que ella se funda. Si ellos son buenos, la libertad aparecerá allí como en un espejo"(10).

Montesquieu dedica el capítulo 27 del XIX libro a la libertad en Inglaterra. Dice allí, entre cosas, lo siguiente:

"A esta nación le gustaría la libertad asombrosamente, porque esta libertad sería verdad; y podría suceder que, para defenderla, ella sacrificaría su bien, su bienestar, sus intereses; se impondría los impuestos más duros, como el príncipe más absoluto no se atrevería a hacerlo ... Si esta nación enviara colonias lejos, lo haría más por extender su comercio que su dominio"(11).

Desde el principio, los colonos ingleses en América fueron libres para decidir sobre muchos asuntos. Por ejemplo, las colonias tenían asambleas elegidas -las llamadas "Bajas", para distinguirlas de las Asambleas altas- según un sistema de sufragio censatario (12). La Cámara Baja "adopta las leyes que se aplican a la colonia, manejan el presupuesto y los gastos; sirve de Parlamento local"(13) .



Los colonos en la Nueva Francia no gozaron de esas libertades. El Gran Palacio de Versailles, que se empieza a construir exactamente cuando el gobierno real se establece en la Nueva Francia, es el verdadero centro de la administración de la colonia (14). En ella, la autoridad del rey se transmite a través de dos altos funcionarios: el gobernador general y el intendente. El primero, ordinariamente un militar de la nobleza, representa el poder real, simbólicamente y en los hechos. El segundo, normalmente proveniente de la nobleza del vestido, no sólo controla los fondos militares y el reabasteciendo, sino es, además, el administrador civil de la Nueva Francia, ya que su responsabilidad se extiende a las finanzas, a la justicia y a la policía. Estos dos altos funcionarios eran asistidos por un consejos soberanos o superior cuyos miembros no eran elegidos (15). La Nueva Francia tenía un sistema político en que reinaba "un gobierno absoluto sin pensar siquiera en ninguna de las instituciones representativas. Gobernadores, intendentes, obispos: todos dependían de una autoridad paternalista sobre los habitantes de la colonia"(16).

Es verdad que después de la Conquista inglesa hubo, en el Bajo Canadá (la antigua Nueva Francia) una Asamblea elegida. Pero también es verdad que un gobernador inglés y un Consejo dominado por los ingleses hacían caso omiso de la asamblea, constituida mayoritariamente por los canadienses franceses (17).

Desde el establecimiento de la Confederación (1867), los canadienses franceses tienen instituciones democráticas, y en esa medida, viven en libertad. Sin embargo, persiste todavía, en muchos quebequenses francoparlantes, probablemente en la mayoría de ellos, un cierto sentimiento de opresión o de desprecio de parte de los canadienses ingleses. Toda la fuerza del nacionalismo y del separatismo quebequenses se explican por este sentimiento, por lo menos parcialmente.

Como la Nueva Francia, la Nueva España vivió bajo una monarquía absoluta. Pero las colonias españolas no sólo duraron más que la francesa, sino la monarquía española, que fue más "desmesurada" que la francesa y que cualquiera otra monarquía europea(18), agregó su propio aparato colonial al aparato de dominación del imperio azteca.

Durante la Colonia hubo en México las llamadas "república de los indios" y "república española". En la primera, los conquistadores dejaron en los pueblos de indios sus autoridades anteriores -caciques y gobernadores-, encargándoles fundamentalmente que recaudaran el tributo impuesto a los conquistados. En la segunda, las autoridades españolas designaron para dirigirla a funcionarios blancos, casi siempre peninsulares (españoles nacidos en España, no criollos ni mestizos). Ni los indios ni los blancos tuvieron libertad para decidir casi nada. Todo se decidía en España. Según J. M. Capdequí, "los monarcas españoles quisieron tener en sus manos todos los hilos del gobierno de un mundo tan vasto, tan complejo y tan lejano. Lo mismo quisieron conocer de los grandes problemas políticos y económicos que afectaban a todas las Indias o a toda la demarcación territorial de una Audiencia o un Virreinato, que de cuestiones pequeñas que interesaban sólo a una ciudad o a un reducido distrito rural"(19). En las colonias, incluida Nueva España, "raro era el acto jurídico de alguna significación que no necesitase de la confirmación del Rey para obtener plena validez"(20). El poder de la Corona estuvo ejercido en Ultramar, durante la mayor parte de la época colonial, por el Consejo de Indias, residente en Sevilla. En sus manos estuvo todo el gobierno político y administrativo de los territorios de las Indias: Jurisdicción civil y criminal en última instancia; nombramiento de funcionarios; presentación de prelados; aprestos de flota; expediciones de descubrimientos- hacienda colonial; tratamiento de los indios. Pero todo ello con subordinación efectiva a la alta autoridad de los monarcas, que en tiempos de Felipe II se acusó con una intervención personal, constante, reservada y cautelosa"(21).



La influencia del liberalismo

Estados Unidos y Canadá angloparlante valoran más la libertad que México y que Quebec porque el liberalismo inglés fue primero que los liberalismo francés y español. La ideología liberal de las tres metrópolis influyó concomitantemente en sus colonias americanas.



La influencia diferente del liberalismo en los tres países de este estudio explica los dos datos fundamentales de los cuadros 4.12 y 4.13: la mayoría libertaria en los tres países y por qué en unas naciones (México y Quebec) la libertad es menos valorada que en otras (Estados Unidos y Canadá angloparlante).

El liberalismo concebido como un sistema coherente de ideales y objetivos prácticos se desarrolló primeramente en Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII(22). La "Gloriosa Revolución", generalmente asociada con el triunfo del liberalismo político en Inglaterra(23), se consumó en 1688(24), cuando el establecimiento de las colonias americanas estaba teniendo lugar. Fue tanta la influencia del liberalismo inglés en las colonias de Ultramar que la Declaración de independencia de Estados Unidos es considerada como uno de los documentos principales del liberalismo político, junto con el Segundo Tratado sobre el gobierno, de Locke(25). Después de la Independencia, la valoración de la libertad ha sido tan importante en Estados Unidos que este país se autoconsidera, hasta nuestros días, como el país de la libertad. A título de ilustración, véase este párrafo de un investigador estadounidense:

"Las circunstancias de la emergencia de Estados Unidos como una entidad separada habían hecho de la libertad una especialidad estadounidense y puesto a Estados Unidos en una carrera que los combinaría para siempre con las perspectivas y las promesas de la libertad, y, por lo tanto, haciendo de Estados Unidos una sociedad excepcional de importancia universal y profética"(26).

El fin del Antiguo Régimen sucedió en Francia un siglo más tarde, y en España apenas asomó a partir de 1791, cuando sus colonias en Ultramar estaban cerca de reclamar y obtener su independencia, es decir cuando su marca ideológica en esas colonias, y particularmente en la Nueva España, estaba ya dada. El liberalismo no influyó en Quebec cuando estaba ya influyendo en las colonias británicas por dos razones. La primera es que la conquista inglesa de la Nueva Francia (1763)(27) tuvo lugar antes del triunfo del inicio de la Revolución francesa (1789), lo cual implica que cuando la valoración de la libertad había triunfado en Francia, Quebec ya estaba bajo el dominio inglés. La segunda razón es que, ya bajo el dominio inglés, la mayoría de los canadienses francoparlantes rechazaron las ideas de la Revolución de 1789(28), debido principalmente a la oposición de la Iglesia católica. Ante algunas demostraciones favorables a la Revolución de 1789, el obispo de Quebec, monseñor Hubert, "sintió la obligación de demostrar en varias ocasiones que la lealtad a la Monarquía era la única vía posible, y que ningún lazo podría existir entre Canadá y Francia, que habían rechazado todo los valores del orden: monarquía y iglesia"(29).

Los liberalismos mexicano y quebequense han tenido historias similares. En ambos casos, la Iglesia Católica se le enfrentó y detuvo temporalmente su influencia(30). En México ese enfrentamiento dio lugar a una larga y cruenta guerra civil, la de Reforma (1858-1867), que acarreó numerosas intervenciones diplomáticas de Estados Unidos y la Intervención francesa armada(31). En ambos casos, el liberalismo se convirtió, vencida la resistencia de la Iglesia, en una fuerza ideológica y política importante y, en el caso de México, dominante(32). Y en ambos casos, finalmente, la influencia liberal tuvo lugar bien entrado el siglo XIX, cuando la identidad cultural de ambas naciones ya había cristalizado. Actualmente, en ambos países el liberalismo es una de las corrientes ideológicas dominantes(33) en los partidos políticos.



La igualdad como factor estructural

El lector debe recordar que los entrevistados en la base de datos en que se basa este trabajo expresaron su valoración de la libertad no a secas sino con relación a la igualdad. Por lo tanto, el significado de la valoración de la libertad se entiende mejor teniendo en mente que es en, realidad, una preferencia de ella sobre la igualdad.

Ignoro si, en el diseño del cuestionario de Encuesta Mundial de Valores 1982-1983, los autores tuvieron presente el análisis de Tocqueville sobre la relación entre libertad e igualdad. Cualquiera que haya sido la referencia teórica en el diseño de ese cuestionario, todo sucede como si Tocqueville hubiera estado presente en ese diseño. En efecto, el autor de La democracia en América escribió que:

"En la mayor parte de las naciones modernas, y en particular en todos los pueblos del continente de Europa, el gusto y la idea de la libertad no empezaron a nacer y a desarrollarse sino en el momento en que las condiciones empezaron a igualarse, y como consecuencia de esta misma igualdad"(34).

Es necesario subrayar que Tocqueville hace la precisión "en particular todos los pueblos del continente de Europa" no para excluir a los otros pueblos de esta explicación, sino para expresar la idea, desarrollada en el segundo capítulo de la segunda parte del segundo volumen de La Democracia ... que no es sino después de haber satisfecho la pasión por la igualdad que las naciones democráticas pueden expresar la pasión por la libertad.

Esto quiere decir que la preferencia por la libertad se explica por la existencia de la igualdad. Esto, a su vez, implicaría que sólo los pueblos que han alcanzado un cierto grado de igualdad prefieren la libertad a la igualdad e, inversamente, que los pueblos donde la desigualdad es fuerte prefieren la igualdad a la libertad. Esta explicación da sentido, por lo menos parcialmente, a las relaciones que aparecen en los cuadros 4.12 y 4.13. Uní esas relaciones en el cuadro 4.14:

Cuadro 4.14

PREFERENCIA POR LA LIBERTAD O LA JUSTICIA

POR GRUPOS CULTURALES

PREFERENCIA CANADÁ

ANGLO-

PARLANTE

CANADÁ

FRANCO-

PARLANTE

MÉXICO ESTADOS

UNIDOS

Libertad 66.9 56.4 59.4 71.6
Justicia 29.3 41.8 40.6 25.4
Otra 3.8 1.8 0 2.9
Totales 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 252. Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.000. La V de Cramér es 0.1257.

De hecho, como la explicación de Tocqueville sugiere, es en Estados Unidos y en Canadá angloparlante donde la preferencia para la libertad es mayor, mientras que en México y en Canadá francoparlante es menor. Esto concuerda con la igualdad en Estados Unidos y Canadá angloparlante, así como con la desigualdad en México, pero deja sin explicación la igualdad en Quebec.

Desde el principio, de los tres países de este estudio, en Canadá (incluso Quebec) y en Estados Unidos la riqueza la riqueza ha estado menos concentrada que en México.

En la advertencia a la segunda edición de La democracia en América, Tocqueville escribió que, "entre los nuevos objetos que, durante mi estancia a los Estados Unidos, han llamado mi atención, ninguno me ha impresionado más vivamente que la igualdad de condiciones"(35). Tocqueville no se contentó con observar esta igualdad, sino descubrió en este hecho la característica principal de la sociedad de los Estados Unidos de entonces, debido a "la influencia prodigiosa que ejerció este primer hecho en la marcha de la sociedad -él da a la mente pública una cierta dirección, un cierto giro a las leyes, nuevas máximas al gobierno, y hábitos particulares a los gobernados -". La igualdad se volvió, por consiguiente, a los ojos de Tocqueville, "el hecho generador del que cada hecho particular parecía descender", y lo encontraba constantemente "como un punto central donde todos [sus] observaciones confluían". Conocemos, además, toda la importancia que el hecho de la igualdad tiene La Democracia ... desde el principio.

Siete años después, en 1838, en su Informe ya citado, el Alto Comisionado del imperio británico en Canadá, señor de Durham, quien, sin embargo, no tenía simpatía por los canadienses franceses, escribió:

"Un país nuevo e incultivado, la aplicación del derecho francés en las sucesiones, la ausencia de toda acumulación en el comercio en la producción industrial, dio lugar a una notable igualdad de fortunas y de condiciones. Sólo algunas familias señoriales poseen grandes fortunas, no siendo, sin embargo, muy ricas; la clase que depende totalmente del salario diario es ínfima"(36) .

La historia de México, desde la Conquista hasta nuestros días, ha sido la historia de la desigualdad. Dos conocidos economistas mexicanos resumen así este hecho terrible: "México es un país marcado históricamente por la desigualdad. Los grandes y pequeños rasgos que le dan especificidad a nuestra sociedad y a su historia tienen en la desigualdad abismal un contexto estructural y cultural decisivo. Nada de lo que nos ocurre, nada de lo que nos ha ocurrido, puede explicarse satisfactoriamente sin recurrir a esta herida abierta"(37).

En 1803, pocos años antes que Tocqueville y Durham observaran la igualdad en Estados Unidos y en Quebec, un célebre viajero alemán, Alexandre von Humboldt, observaba la extrema desigualdad en México al fin de la época colonial:

"México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población ... La capital y otras muchas ciudades tienen establecimientos científicos que se pueden comparar con los de Europa. La arquitectura de los edificios públicos y privados, la finura del ajuar de las mujeres, el aire de la sociedad; todo anuncia un extremo de esmero, que se contrapone extraordinariamente a la desnudez, ignorancia y rusticidad del populacho. Esta inmensa desigualdad de fortunas no sólo se observa en la casta de los blancos (europeos o criollos), sino que igualmente se manifiesta entre los indígenas"(38).

Como en el pasado, la desigualdad en México es, en el presente, mayor que en Estados Unidos y en Canadá (incluido Quebec). En 1955, México tenía el coeficiente de desigualdad de Gini más alto, entre los 20 países del conocido estudio de Simon Kuznetz. El coeficiente de México fue, en ese año, .540, mientras que los de Estados Unidos y Canadá fueron .397 y .390 respectivamente. Entre esos 20 países, México estaba en el primer lugar en el rango de desigualdad, mientras que Estados Unidos y Canadá ocupaban los lugares 13 y 14 respectivamente(39).

En 1977, el quintil más bajo por ingresos de las familias mexicanas recibió sólo 2.9 por ciento de los ingresos totales, mientras que ese porcentaje fue de 5.3 en Estados Unidos y en Canadá. En ese mismo año, el quintil medio por ingresos de las familias mexicanas recibió sólo 12 por ciento de los ingresos totales, mientras que ese porcentaje fue 17.8 en Estados Unidos y 18.8 en Canadá. También en ese año, el quintil más alto por ingresos de las familias mexicanas acaparó el 58 por ciento de los ingresos totales, mientras que ese porcentaje fue de 40 puntos en Estados Unidos y en Canadá(40).

La distribución del ingreso en Quebec es similar a la del conjunto de Canadá. En 1979, en el conjunto de Canadá, 6.6 por ciento de las familias tenían un ingreso anual de menos de 10,000 dólares, mientras que en Quebec el porcentaje correspondiente era casi igual: 6.3. En ese mismo año, en el conjunto de Canadá, 8.9 por ciento de las familias tenían un ingreso anual entre 10,000 y 15,000 dólares, y en Quebec el porcentaje correspondiente era casi igual: 8.0. Los porcentajes respectivos para el grupo que ganó entre 15,000 y 20,000 fueron 8.9 y 7.7(41). Para los grupos superiores de ingreso, no encontré datos comparables.





La explicación de Lipset

La explicación que he ofrecido hasta aquí sobre la valoración de la libertad en los tres países de este estudio no concuerda con la explicación ofrecida por S. Martin Lipset en un conocido libro, La primera nueva nación, por lo menos en tres aspectos: la preferencia por la libertad, la relación de esta preferencia con los valores fundamentales de los estadounidenses, y el origen histórico de esos valores fundamentales.

¿Preferencia peculiarmente estadounidense?

Según Lipset, en Estados Unidos no hay una preferencia peculiarmente estadounidense por la libertad sobre la igualdad, sino un "dualismo en el systema estadounidense de valores"(42) entre igualdad y libertad. Lipset observa este dualismo, no en datos empíricos, sino en el hecho de que "el debate político toma a menudo la forma de un valor consensual oponiéndose al otro", ya que "liberales y conservadores no toman típicamente posiciones alternativas en los problemas de igualdad y libertad. En lugar de eso, cada uno apela a una u otra de los valores fundamentales, como cuando los liberales enfatizan la primacía del igualitarismo y la injusticia social que origina el individualismo a ultranza, mientras los conservadores sacralizan la libertad individual y la necesidad de la movilidad social y del logro como valores puestos en peligro por el colectivismo inherente en las panaceas liberales. Ambos lados tratan a todo el público estadounidense como su distrito electoral natural. En este sentido, liberales y conservadores son menos antagonistas que competidores, como dos tiendas departamentales en la misma cuadra intentan llamar la atención de los mismos clientes ofreciendo versiones diferentes de lo que todos mundo quiere"(43). Lipset, al postular este dualismo valorativo, incurre en un doble error. En primer lugar no da datos empíricos que muestren que en Estados Unidos hay una preferencia igual por la igualdad y por la libertad. Los cuadros 4.12, 4.13 y 4.14 muestran que sí hay una clara preferencia por la libertad(44) estadounidense. En segundo lugar, suponiendo sin conceder que exista ese dualismo, Lipset no da datos empíricos comparables internacionales que muestren que lo que distingue a Estados Unidos de otros países es que en este país, a diferencia de otros países, no hay preferencia alguna sobre los dos valores en cuestión. Dicho de otro modo, Lipset no da dato alguno para probar que no hay otros países con preferencias valorativas sobre la igualdad y la libertad similares a Estados Unidos.

En particular, con respecto a Canadá, Lipset ha sostenido durante muchos años(45) que los canadienses tienen un sistema de valores muy diferente de los estadounidenses(46) . Por ahora me limitaré a analizar la hipótesis de Lipset sobre la preferencia de la libertad sobre la igualdad.

En numerosos textos de The First New Nation, Lipset sostiene que, debido a que Canadá nació como nación como una reacción antiigualitaria contra la independencia de Estados Unidos, los estadounidenses valoran más la igualdad que los canadienses. Dicho de otra manera, la causa de las actuales diferencias valorativas entre Canadá y Estados Unidos es la independencia estadounidense. He seleccionado cuatro particularmente claros.

"Las diferencias culturales e institucionales entre Estados Unidos y Canadá ofrecen una base útil para evaluar hasta qué punto la ruptura revolucionaria del dominio colonial, con su legitimación concomitante de varias ideologías e instituciones igualitarias como parte del sistema nacional de valores, ha sido un factor determinante mayor en la formación del ethos nacional, como contraste con los efectos de factores tales como "la frontera abierta," la ausencia de feudalismo europeo y la primogenitura, y así sucesivamente. Canadá comparte con Estados Unidos muchas de las mismas condiciones ecológicas, pero difiere en la manera en que su identidad nacional fue establecida. Y, a pesar de que Canadá es de muchas maneras más similar a Estados Unidos que a [Gran] Bretaña u otras naciones europeas, también difiere grandemente de los Estados Unidos en que es culturalmente un país más conservador, y una nación empinadamente estratificada en términos de su sociedad y su política. Recíprocamente, la historia política y social estadounidense ilustra el efecto de una nación que opera dentro del contexto de una tradición en que los valores liberales e igualitarios son parte de la definición de la nacionalidad misma [en situación opuesta a Canadá]"(47).

"Canadá difiere un poco de los Estados Unidos en las cuatro dimensiones de igualitarismo, logro, universalismo, y especificidad"(48).

"Los canadienses siempre han sido menos intolerantes de la desigualdad económica y la estratificación social"(49).

Adelante discutiré los problemas que presenta hacer de la independencia el origen de las preferencias colectivas de los estadounidenses de hoy. Ahora quisiera mostrar dos faltas en el razonamiento de Lipset: suponer casi siempre que en Canadá no existe Quebec (excepto cuando la existencia de Quebec sirve para probar el "conservadurismo" canadiense), e ignorar que los canadienses de hoy (excepto los canadienses francoparlantes) valoran la igualdad en grado similar a sus contemporáneos estadounidenses. Ambas faltas tienen el común denominador de ignorar que Canadá tuvo dos pueblos fundadores, no uno.

La mayor parte de los argumentos de Lipset sugieren que Canadá sólo está integrada con su población angloparlante, originada como colonia británica antes de la independencia de Estados Unidos y leal a Gran Bretaña después de ella. Muchos de sus textos así lo sugieren claramente, o lo dan como supuesto. He aquí algunos de esos textos:

"... Canadá, aparentemente tan semejante socialmente a Estados Unidos..."(50).

"Los historiadores canadienses ven su nación como un descendiente de la contrarrevolución"(51).

"Como se ha comentado, comparar naciones o sociedades que son muy similares en sus valores básicos puede ser más fructífero analíticamente que contrastar aquéllos que son muy diferentes. Como una ilustración final de este modo de búsqueda, extenderé el análisis de las democracias estables brevemente para incluir Australia y Canadá, naciones que, como Estados Unidos, son antiguas colonias de Gran Bretaña, fijaron una frontera continental relativamente abierta, y son hoy estados federales de dimensiones continentales"(52).

Es verdad que Lipset menciona algunas veces hechos que se refieren a Quebec. Pero lo hace sólo raramente, y siempre para intentar probar el supuesto conservardurismo de Canadá:

"En el Canadá franco-católico, las doctrinas de los derechos de hombre y de Libertad, Igualdad y Fraternidad se rechazaron desde el principio, y hasta el día de hoy, nunca han penetrado"(53) .

Una de las pocas veces que se refiere a Quebec lo hace para referirse a su población angloparlante(54).

Una prueba adicional de que el autor de The First New Nation razona como si Quebec no existiera es que no cita prácticamente nunca autores canadienses francoparlantes.

Los textos en que Lipset sostiene que los estadounidenses valoran más la igualdad que los canadienses simplemente ignoran que los canadienses de hoy (excepto los canadienses francoparlantes) valoran la igualdad en grado similar a sus contemporáneos estadounidenses. Los cuadros 4.12, 4.13 y 4.14 muestran los datos que Lipset ignora, o parece ignorar.

Cuando habla de Canadá, Lipset lo hace como si Quebec no existiera, y cuando habla de la valoración de la libertad en Canadá, lo hace como si sólo Quebec existiera.

Otros datos y otros estudios tampoco apoyan las hipótesis de Lipset.

Edward G. Grabb comparó las respuestas de estadounidenses y canadienses angloparlantes a doce preguntas sobre libertades individuales, y no encontró diferencias significativas entre ambos grupos en once de esas preguntas. Verificó que esa similitud valorativa no dependía de la edad ni de la educación de los entrevistados(55).



Los valores fundamentales de los estadounidenses



Lipset no es congruente cuando escribe de los valores fundamentales de los estadounidenses y, por lo tanto, sus comparaciones con los valores fundamentales de Canadá tampoco son congruentes. Por ejemplo, en una ocasión se refiere a " ... una profunda contradicción entre dos valores que están en la médula del credo estadounidense -individualismo e igualitarismo. Los estadounidense creen fuertemente en ambos valores". Casi inmediatamente después dice que esos valores fundamentales han sido la igualdad y el logro: "Lo que continúa impresionándome, sin embargo, es cuánto de la conducta estadounidense, después de dos siglos de existencia nacional, todavía puede interpretarse como derivado de su continuo énfasis en la igualdad y el logro"(56). Esta falta de congruencia ha sido observada también por otros autores(57).



El origen histórico

La hipótesis de Lipset de que la causa de las actuales diferencias valorativas entre Canadá y Estados Unidos es la independencia estadounidense adolece de por lo menos errores. El primero es lo que Baer, Grabb y Johnston llaman "esencialismo". El segundo error es desconocer que la independencia de Estados Unidos no fue una auténtica revolución.

En cuanto al primer error, Baer, Grabb y Johnston lo resumen así:

"El esencialismo de un origen o la explicación genética no considera que la Revolución estadounidense no estuvo separada de un conjunto más grande y más durable de procesos históricos, incluidos el tiempo y el tipo de las primeras poblaciones, los papeles jugados por los colonizadores europeos franceses y otros en ambos países, y así sucesivamente. En otras palabras, la búsqueda de los orígenes o las instancias originales no se agota en en los eventos que inmediatos rodearon la Revolución estadounidense. Como una regla, las explicaciones de los orígenes enfrentan un problema fundamental: ¿cómo sabemos que cualquier origen dado es el origen real? Estas explicaciones invariablemente proponen un retroceso infinito, porque es muy fácil localizar diferencias pero muy difícil determinar un momento particular como el momento original"(58).

En cuanto al segundo error, relacionado con el primero pero más particular y concreto, hay muchas razones para pensar que la independencia de Estados Unidos no fue una verdadera revolución, es decir un cambio profundo y rápido de las estructuras sociales, "la ruptura revolucionaria de la dominación colonial" que subraya Lipset en los textos citados antes.

Los colonos se rebelaron contra Gran Bretaña para mantener el statu quo, no para comenzar un nuevo orden. Uno de los más respetados historiadores estadounidenses contemporáneos lo explica así: "La peculiaridad más obvia de nuestra Revolución estadounidense es que, en el sentido europeo moderno de la palabra, difícilmente se puede decir que fue una revolución"(59), sin lucha de una clase contra, sin ninguna intención de transformar las estructuras sociales. "La nuestra, dice este historiador, fue una de las pocas rebeliones coloniales conservadoras de tiempos modernos"(60) . Las colonias británicas en América del Norte, a diferencia de las colonias españolas en América del Sur (que habrían de rebelarse, por lo menos en parte, porque habían tenido tan pocas facultades de gobierno), se rebelaron, entre otras razones, porque habían tenido tantas facultades de gobernarse a sí mismas"(61).



Los efectos de la edad

La relación entre valoración de la libertad y los tres países de este estudio no es afectada por la edad de los entrevistados. Así lo muestra el análisis de correlación parcial y lo ilustra el análisis tabular.

Dividí la muestra en dos subgrupos: estadounidenses y anglocanadienses por una parte y mexicanos y canadienses francoparlantes por otra parte, como lo expliqué antes. Obtuve la correlación entre esos grupos y la preferencia de la libertad (con valor 1 para quienes la prefieren a la justicia y 2 para quienes optan por la preferencia contraria). El coeficiente r de Pearson es positivo y alto: 0.1402, con nivel de significación 0.0000. Este coeficiente confirma lo que los cuadros 4.12, 4.13 y 4.14 habían ya mostrado: que los anglosajones valoran más la libertad que los latinos.

Obtuve enseguida la correlación parcial de la preferencia de la libertad con dos grupos culturales y dos grupos de edad. Los dos grupos culturales son los anglosajones (estadounidenses y anglocanadienses) y los latinos (mexicanos y canadienses francoparlantes). Los dos grupos de edad son los jóvenes (15-34 años) y los adultos (a partir de 35 años). El cuadro 4.15 muestra los resultados.

Cuadro 4.15

CORRELACIÓN PARCIAL

DE PREFERENCIA POR LA LIBERTAD CON

GRUPOS CULTURALES

Y GRUPOS DE EDAD

Variable Correlación Significación
Grupos culturales .1293 0.0000
Grupos de edad -.589 0.0000

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 252. Los datos faltantes no son calculados.

Controlando la correlación por los grupos de edad, la correlación entre preferencia de la libertad y grupos culturales disminuye ligeramente (de 0.1400 a 0.1293) y la correlación con grupos de edad es negativa y con el mismo nivel de significación (0.0000 en ambos casos), pero baja (-0.0589). Dicho de otra manera, la diferencia de edades no sólo explica muy poco el hecho de que los anglosajones valoren más la libertad que los latinos, sino muestra que son los adultos latinos, no los jóvenes latinos, los que prefieren más la libertad a la igualdad, y que son más los jóvenes que los adultos anglosajones que prefieren la igualdad a la libertad. Los cuadros 4.16 y 4.17 muestran esas relaciones.

Cuadro 4.16

PREFERENCIA POR LA LIBERTAD POR

GRUPOS CULTURALES

SEGÚN GRUPOS DE EDAD

JÓVENES

PREFERENCIA CANADÁ

ANGLO-

PARLANTE

CANADÁ

FRANCO-

PARLANTE

MÉXICO ESTADOS

UNIDOS

Libertad 64.3 54.7 58.5 68.3
Justicia 32.1 43.7 41.5 29.4
Otra 3.6 1.6 0 2.3
Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 252. Los datos faltantes no son calculados.

Cuadro 4.17

PREFERENCIA POR LA LIBERTAD POR

GRUPOS CULTURALES

SEGÚN GRUPOS DE EDAD

ADULTOS

PREFERENCIA CANADÁ

ANGLO-

PARLANTE

CANADÁ

FRANCO-

PARLANTE

MÉXICO ESTADOS

UNIDOS

Libertad 69.1 58.5 61.5 75.1
Justicia 26.9 39.5 38.5 21.3
Otra 4.0 2.0 0 3.6
Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 252. Los datos faltantes no son calculados.

1. André Bernard, La politique au Canadá et au Québec, Presses de l'Université de Québec, 1977, p. 80.

2. Lukes, op. cit., p. 598.

3. Raymond Boudon, François Bourricaud, Dictionnaire critique de la sociologie, P.U.F., Paris, 1982, p. 321.

4. David G. Smith, "Liberalismo" in: Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, dirigida por David L. Shils, v. 6, p. 579.

5. Tocqueville, Democrátie..., p. 494.

6. Las fechas corresponden al 13 de agosto de 1521, cuando Hernán Cortés entra a la Gran Tenochtitlán, y el 27 de septiembre de 1821, consumación de la independencia de México. Véanse: Hugh Thomas, La conquista de México, trad. de Víctor Alba, Patria, México, 1994, p. 579; Josefina Zoraida Vázques, "Los primeros tropiezos", en: varios Historia general de México, tomo III, El Colegio de México, México, 1976, p. 3.

7. Asumo que Canadá, incluido Quebec, es un país soberano por lo menos desde 1867, año del establecimiento de la Confederación canadiense. Dejo de lado, porque no es el objeto de este estudio, el problema de si Quebec es una nación independiente siendo parte de Canadá o si sólo lo será hasta que se separe de ese Estado, en caso de que lo haga. Las fechas entre paréntesis se refieren a la fundación de Quebec por Samuel de Champlain, en julio de 1608, y al establecimiento de la Confederación, el 29 de marzo de 1867. Véanse: Christopher Moore, op. cit., p. 124; Peter Waite, "Un défi continental" en: varios, Histoire générale du Canadá, pp. 386-388.

8. La primera colonia se estableció en Jamestown, el 30 de julio de 1607. La última colonia fue Georgia, en 1733. Véase: Samuel Eliot Morison, The Oxford History of the American People, volume 1: Prehistory to 1789, Oxford University Press, New York, 1985, pp. 85 y 214.

9. Montesquieu, Oeuvres complètes, II, texte présenté et annoté par Roger Caillois, NRF-Gallimard, Bibliothèque de La Pléiade, Paris, 1951, pp. 396-407.

10. Ibid., p. 396.

11. Ibid., pp. 577-578.

12. André Kaspi, Les Américains. I. Naissance et essor des États-Unis, 1607-1945, pp. 84-85. "C'est alors la tradition britannique. Les femmes, le mineurs, les étrangers, les catholiques, les Juifs, les hommens non blancs n'ont pas vocation à voter ... les esclaves, les serviteurs ... ne sont pas davantage admis à exprimer une opinion politique. Pourquoi? Parce que, par principe, ceux qui votent sont ceux qui ont une propriété".

13. Ibid., p. 85.

14. Christopher Moore, op. cit., p. 140.

15. Ibid., pp. 140-142.

16. Ibid., p. 202.

17. Graeme Wynn, op. cit., p. 248.

18. Perry Anderson, El estado absolutista, Siglo XXI, México, p. 51.

19. J. M. Capdequí, El estado español en las Indias, 8a. reimpr., FCE, México, [1941]1993, p. 13.

20. Ibid., p. 52.

21. Ibid., p. 64.

22. David Smith, op. cit., p. 579.

23. Uso la expresión "liberalismo político" para distinguir a éste del liberalismo económico, que vendría después. Vése Smith, op. cit., p, 581.

24. Ibid.

25. Smith, op. cit., p. 581.

26. Michael Foley, American Political Ideas, Tradition and Usages, Manchester University Press, New York and Manchester, 1991, p. 8.

27. En 1763, el Tratado de París confirmó la calidad de los canadienses franceses como sujetos de la Corona británica. Histoire générale du Canada, dirigida por Craig Brown, Boréal, Montréal, 1990, p. 225.

28. Kenneth McNaught, The Pellican History of Canada, Penguin Books, 1986, p. 60.

29. Rosario Bilodeau, Robert Comeau, André Gosselin, Denise Julien. Histoire des Canadas, 2ème éd., Hurtubise HMH, Ville LaSalle, Québec, 1979, p. 299.

30. Para México, véase Lilia Díaz, "El liberalismo militante" en: varios, Historia general de México, tomo III, El Colegio de México, México, pp. 103-162. Para Quebec, véase: Paul-André Linteau, René Durocher, Jean-Claude Rober. Histoire du Québec contemporain. tome I. De la Confédération à la Crise (1867-1929), 2ème éd., Boréal, Louiseville, Québec, 1989, pp. 304-305.

31. Lilia Díaz, loc. cit.

32. Para México, véase Luis González, "El liberalismo triunfante" en: varios, Historia general de México, tomo III, El Colegio de México, México, pp. 163-281. Para Quebec, véase: Paul-André Linteau, René Durocher, Jean-Claude Rober. Histoire du Québec contemporain. tome I. De la Confédération à la Crise (1867-1929), 2ème éd., Boréal, Louiseville, Québec, 1989, pp. 345, 695-700.

33. En México, una de las fuentes ideológicas del partido en el poder, PRI (Partido Revolucionario Institucional) es el llamado "liberalismo social". En Quebec, el Partido Liberal ha estado en el poder en numerosas ocasiones. Para México, véase Jesus Reyes Heroles, El liberalismo mexicano, FCE, México, [1961]1982, 3 volúmenes; Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, trad. de Sergio Fernández Bravo y Francisco González Arámburu, [1968]1972, Siglo XXI, México, 347 p. Para Quebec, véase Lintea, Durocher, Robert, op. cit., tome II, pp. 714-715, 731-735.

34. Tocqueville, Démocratie..., p. 495.

35. Tocqueville, Démocratie..., p. 39. Hay que subrayar, sin embargo, que durante su estancia en Estados Unidos,Tocqueville no tuvo del Sur -por lo tanto, de la situación de los Negros- sino impresiones rápidas. Tocqueville y Beaumont visitaron sobre todo las grandes ciudades del Norte: New York, Boston, Philadelfia, Baltimore y Washington. Véase Françoise Mélonio, "Introduction à la première Démocratie", in: Tocqueville, Démocratie..., p. 14.

36. Le Rapport de Durham, présenté, traduit et annoté par Marcel-Pierre Hamel, Aux Editions de Quebec, 1948, p. 82.

37. Rolando Cordera, Carlos Tello. "La desigualdad en México", en varios autores, La desigualdad en México, Siglo XII Editores, México, 1984, p. 9.

38. Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, trad. de Gonzalo Arnao, notas de Juan A. Ortega y Medina, Porrúa, "Sepan Cuántos", México, [1822] 1991, pp. 68-69.

39. Simon Kuznets. "Quantitative Aspects of the Economic Growth of Nations: VIII. Distribution of Income by Size", Economic Development and Cultural Change, 11 (enero de 1963), citado por: Bruce M. Russet, Hayward R. Alker (Jr.), Karl W. Deutsch y Harold D. Lasswell. Análisis comparado de indicadores sociales y políticos, trad. de Juan Díaz, Fundación FOESA-Euramérica, Madrid, [1964] 1968, p. 303.

40. INEGI, Comparaciones internacionales, México en el mundo, 1986, INEGI, México, 1987, cuadro I.34, p. 42. La fuente de este cuadro es: The World Bank, World Development Report 1985, Washington, D. C., 1985.

41. Ibid.

42. S. Martin Lipset, The First New Nation, The United States in Historical and Comparative Perspective, W. W. Norton & Company, Inc., New York, 1979, p. xxxiii.

43. Ibid.

44. Esta afirmación no excluye que la preferencia por la libertad se da cuando existe un cierto grado de igualdad, porque la igualdad es considerada como variable independiente, y la libertad como variable dependiente. En la explicación de Lipset, ambas son variables dependientes, a veces de la Independencia de Estados Unidos, a veces otras variables independientes no claramente especificadas.

45. Por lo menos tres de sus libros tienen a Canadá como tema central: Agrarian Socialism, The First New Nation y Continental Divide.

46. Aunque, paradójicamente, reconoce que son "highly similar in basic values". The First New Nation, p. 248.



47. Ibid., p. 89.

48. Ibid., p. 249.

49. Ibid., p. 251.

50. The First New Nation, p. xli.

51. The First New Nation, p. 86.

52. The First New Nation, p. 248.

53. The First New Nation, p. 87.

54. The First New Nation, p. 251, nota 30.

55. Edward G. Grabb. Canada and the United States: A comparison of Selected Attitudes Concerning Social Control and Individual Liberties, mimeo, Department of Sociology, University of Western Ontario, 1979, pp. 11-13.

56. Ibid., p. xxxiv.

57. Baer, Grabb y Johnston, op. cit., pp. p. 694.

58. Baer, Grabb y Johnston, op. cit., p. 709.

59. Daniel J. Boorstin, The Genius of American Politics, The University of Chicago Press, Chicago, 1953.

60. Ibid.

61. Ibid.

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