INDEPENDIENTES

ANGLOSAJONES

APARTADO SIGUIENTE

En los tres países de este estudio la minoría piensa que es importante que la independencia sea inculcada a los niños. Esa minoría, pero minoría de todos modos, es más alta en Estados Unidos (32 por ciento) que en Canadá (24 por ciento) y que en México (15 por ciento).

Cuadro 4.8

INCULCAR LA INDEPENDENCIA

POR PAÍS

PORCENTAJES

INCULCAR LA

LA INDEPENDENCIA
ESTADOS

UNIDOS

CANADÁ MÉXICO
NO 67.9 76.2 84.6
SI 32.1 23.8 15.4
TOTALES 100.0 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 227. Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.000. La V de Cramér es 0.1686.

En Canadá, más angloparlantes que francoparlantes (27 y 15 por ciento, respectivamente) opinan que la independencia es una cualidad que debe ser inculcada a los niños como particularmente importante.

Cuadro 4.9

INCULCAR LA INDEPENDENCIA

POR LENGUA MATERNA

CANADA

INCULCAR

LA INDEPENDENCIA

LENGUA MATERNA
INGLÉS FRANCÉS
NO 72.9 85.3
SI 27.1 14.7
TOTALES 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982-1983. Los datos corresponden a la variable 227. Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.000. La V de Cramér es -0.1228.



Observemos la estructura similar de estos dos cuadros. El primero de ellos muestra que la sociedad estadounidense inculca más independencia que las sociedades canadiense y mexicana, y que ésta es la que inculca menos independencia a sus niños. El segundo cuadro, que se basa sólo en la muestra de Canadá, muestra que los angloparlantes inculcan más independencia que los quebequenses, y que el porcentaje de éstos es casi idéntico al de los mexicanos (15 por ciento). Esta semejanza de estructura sugiere dos cosas. La primera de ellas es que hay algo en común entre los estadounidenses y los angloparlantes canadienses por un lado, y entre los quebequenses y los mexicanos por otro lado. Esa misma cosa común no es la lengua, común a estadounidenses y canadienses angloparlantes, ya que los quebequenses hablan francés y los mexicanos hablan español. Esa cosa compartida parece estar en las fundaciones de las naciones -no necesariamente los Estados- de México, Quebec, Estados Unidos y Canadá inglés. El problema es extremamente complejo, y creo que carezco del tiempo y del talento necesarios para plantearlo y resolverlo claramente. Debo, sin embargo, detenerme un poco aquí, porque la estructura que puede explicar los dos cuadros anteriores va a aparecer continuamente en esta investigación. Explicar, por lo tanto, las semejanzas y las diferencias entre estos cuadros ayudará a explicar muchos otros cuadros de este capítulo y de toda la investigación.

La religión católica es, a primera vista, lo que comparten mexicanos y quebequenses y lo que los distingue de estadounidenses y canadienses angloparlantes. Y, correlativamente, la religión protestante sería lo que comparten estadounidenses y canadienses angloparlantes, y lo que los distinguiría de mexicanos y quebequenses. Si esta hipótesis es correcta, la relación entre inculcar independencia y religión debe permanecer relacionando estas dos variables en cada país. Pero no es eso lo que sucede, como lo muestran los siguientes cuadros. En los cuadros que mostraré enseguida los datos sobre Canadá no son tomados en cuenta porque en ese país la pregunta sobre afiliación religiosa fue omitida(1). Esta falta de datos no afecta, esencialmente, la lógica del argumento que estoy desarrollando porque lo único que pretendo mostrar es que por lo menos en un país no hay asociación entre inculcar independencia y religión.

Cuadro 4.10

INCULCA INDEPENDENCIA

POR RELIGIÓN

ESTADOS UNIDOS

INCULCA

INDEPENDENCIA

RELIGIÓN

CATÓLICA PROTESTANTE
NO 68.4 69.3
SI 31.6 30.7
TOTALES 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982 - 1983. Los datos corresponden a la variable 227 (independencia) y 123 (religión). Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.683. La V de Cramér es 0.1089.



Cuadro 4.11

INCULCAR LA INDEPENDENCIA

POR RELIGIÓN

MÉXICO

INCULCA

INDEPENDENCIA

RELIGIÓN

CATÓLICA PROTESTANTE
NO 85.5 86.6
SI 14.5 13.4
TOTAL 100.0 100.0

Fuente: Cuadro hecho por el autor, a partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores 1982 - 1983. Los datos corresponden a la variable 227 (independencia) et 123 (religión). Los datos faltantes no son calculados. El nivel de probabilidad de este cuadro es 0.724. La V de Cramér es 0.1084.

Podemos ahora inferir que la religión, tal como se entiende y se practica ahora, no es lo que explica las similitudes entre Canadá francoparlante y México, las similitudes entre Canadá angloparlante y Estados Unidos, y las diferencias entre ambos grupos.

Lo que hay que explicar es, en realidad, que los anglosajones (canadienses angloparlantes y estadounidenses) valoran más la independencia que los latinos (canadienses francoparlantes y mexicanos). Así lo muestran las ocho regresiones logísticas múltiples resumidas y explicadas en el subanexo 3.4.

Esta común mayor valoración de la independencia de Estados Unidos y de Canadá angloparlante implica, desde luego, que no es una característica distintiva de los estadounidenses. Quienes han considerado esta valoración como peculiarmente estadounidense han confundido lo genérico de la cultura anglosajona con lo específico de la cultura estadounidense. Ese error cometieron, por lo menos, Tocqueville y Turner.

Tocqueville pensaba, en efecto, que la mayor valoración de la independencia era uno de los rasgos específicos de lo que él llamaba "el método filosófico de los estadounidense", que consistía, entre otras cosas, en "buscar por uno mismo y en uno mismo la razón de las cosas"(2).

Según Frederick Jackson Turner, el individualismo estadounidense consistía, entre otras cosas, en una desconfianza del gobierno y de su intervención en la vida social, es decir en la independencia de cada ciudadano con respecto del gobierno. Según Turner, esta actitud ante el gobierno, particularmente en las tierras del Oeste que se estaban colonizando, era uno de los aspectos negativos de ese individualismo:

"Mientras haya tierras libres, existe la oportunidad para la competencia, y el poder económico asegura el poder político. Pero la democracia nacida de la tierra libre, fuerte en egoísmo e individualismo, intolerante de la experiencia administrativa y de la educación, y llevando la libertad individual más allá de sus propios límites, tiene sus peligros así como sus ventajas. El individualismo en Estados Unidos ha permitido un laxismo con respecto a los asuntos gubernamentales que ha hecho posible el sistema de sinecuras y todos los males manifiestos que se siguen de la falta de un espíritu cívico altamente desarrollado"(3).

Examinemos ahora las fundaciones de México, Canadá francoparlante, Estados Unidos y Canadá, para ver si ellas explican las similitudes y las diferencias que trato de explicar.

Un examen somero muestra inmediatamente que las fundaciones de México y Canadá francoparlante tienen por lo menos dos características comunes. Ellas son el catolicismo tridentino y una sociedad excesivamente dependiente del gobierno.

El catolicismo español, que era la médula de la ideología de los conquistadores españoles, impregnó amplia y profundamente la conquista y la colonización de España.

"El imperialismo español, escribe Charles Gibson, trató de justificar sus actos a través de su misión cristiana. La conquista era una empresa cristiana porque destruía una civilización pagana ... Con la consignación papal del Nuevo Mundo a España, todos los aspectos de la colonización hispánica se convirtieron en tema de interpretación cristiana y subordinados a una función cristiana"(4).

Una de las características principales de ese catolicismo fue, como una reacción contra la Reforma protestante, la insistencia en que la interpretación de la Biblia no era asunto individual sino prerrogativa de la Iglesia como colectividad y de quienes ella facultaba para ello. Esta doctrina implicaba la sujeción de las interpretaciones individuales a la autoridad de la Iglesia.

El Concilio de Trento decretó que

" ... nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido que sostuvo e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a luz en tiempo alguno. Los que contravinieren, sean ... castigados con las penas del derecho". (5)

Como los decretos de este Concilio influyeron en todos los países católicos, su influencia se dejó sentir tanto en la Nueva España como en la Nueva Francia.

Esta sujeción implicaba, como se ve, la dependencia de los juicios individuales a los juicios de los papas y de los teólogos ortodoxos. Y es razonable pensar que esta dependencia, a su vez, originó, y con el tiempo consolidó y aumentó, una cierta desconfianza en la capacidad de la mente humana individual para conocer la verdad.

El protestantismo inspiró la fundación de las trece colonias inglesas en América, excepto Maryland, fundada por colonos católicos. Las colonias inglesas dieron lugar, después de su independencia en 1776, tanto a Estados Unidos como al Canadá angloparlante. Este común origen en el tiempo dio lugar a un sustrato protestante común a ambas naciones.

Aunque el protestantismo abarca muchas iglesias y denominaciones, todas ellas tienen en común la doctrina del libre examen, según la cual cada quien puede interpretar la Biblia según sus luces. El libre examen implica, como puede verse, la independencia de juicio de cada creyente en la lectura de la Biblia. Es razonable pensar que esta independencia sobre un asunto dio lugar, con el tiempo, a una independencia sobre otros asuntos, a una actitud independiente general y, finalmente, a la aceptación social de la independencia como un valor.

Si, por una parte, las fundaciones de México y Canadá francoparlante fueron inspiradas por el catolicismo tridentino, uno de cuyos dogmas principales fue la dependencia de juicio; si, por otra parte, las fundaciones de Estados Unidos y Canadá angloparlante fueron inspiradas por la Reforma protestante, una de cuyas tesis principales fue la independencia de juicio; si actualmente México y Canadá francoparlante tienen en común una menor valoración relativa de la independencia; y si actualmente Estados Unidos y Canadá angloparlante tienen en común una mayor valoración relativa de la independencia, es razonable concluir que la valoración de la independencia de estos últimos se explica, por lo menos parcialmente, por el libre examen, y la poca valoración de la independencia de las otras dos naciones - México y Canadá francoparlante - ha tenido mucho que ver con la dependencia de juicio enseñada por el Concilio de Trento.

El segundo factor que explica la mayor valoración de la independencia en Estados Unidos es la relación que, en el origen, tuvieron las personas con el gobierno en Estados Unidos y Canadá angloparlante por un lado, y en México y en Canadá francoparlante por el otro. En las dos primeras naciones, el ciudadano era independiente del gobierno más de que en las segundas. Esta actitud dio lugar, con el tiempo, a que la independencia fuera valorada en las colonias británicas y desvalorada en las colonias españolas y francesas.

En su célebre Informe, el Alto Comisionado del Imperio Británico en Canadá, lord Durham, escribió que la población francoparlante de entonces (1838), "acostumbrada a esperar todo del gobierno, no podía hacer nada por ella misma"(6) .

En México, para proteger a los indios contra los abusos y la explotación de los conquistadores, los frailes españoles hicieron que los indios dependieran de ellos casi en todo, considerándolos como niños. Los frailes, sobre todo los franciscanos, evangelizaron a los indios tutelándolos. La "flaqueza capital" que Robert Ricard achaca a la "conquista espiritual de México" fue que los misioneros trataban a los indios como a menores de edad, negándoles el título de "gente de razón" (reservado a los blancos y a los mestizos), impidiéndoles aprender castellano, negándoles el acceso al sacerdocio y apartándolos del contacto con los españoles. Esta actitud misionera hizo que los indios dependieran umbilicalmente de los misioneros(7).

La dependencia de los indios fue facilitada por su sujeción y mansedumbre. Los frailes apreciaban "la ancestral sujeción de las masas indígenas a la autoridad y su disposición a aceptar cualquier cosa que se les exigiese"(8). Estuvieron de acuerdo en que "la mansedumbre de los indios y no el mal habido botín de los conquistadores era el verdadero tesoro de las Indias"(9). Jerónimo de Mendieta pensaba que los indios eran como "cera blanda" enteramente modelable para evangelizarlos(10). Como signo de resignación y sumisión, los varones indios llevaban el pelo corto(11).

Durante la Colonia novohispana, también los criollos, que eran los descendientes de los españoles, mostraron una notable sujeción a las autoridades. El obispo Palafox escribió que "los españoles de estas provincias son no sólo fieles sino finos al servicio de su Majestad, y con blandura y buen gobierno acudirán con prontitud y alegría a lo que se les mande"(12). Según el marqués de Croix, el virrey que ejecutó la expulsión de los jesuitas de Nueva España en 1767, "los novohispanos eran súbditos que nacieron para callar y obedecer, no para discutir los altos asuntos del gobierno"(13).

En cambio, la independencia del gobierno como ideología y, por lo menos parcialmente como práctica, tuvo lugar en las colonias británicas de América del Norte, y ha sido una característica particular de Estados Unidos durante toda su historia.

El historiador Daniel Boorstin explica esta desconfianza y este rechazo por el hecho de que en las tierras en colonización del Oeste las comunidades - los colonos - existieron antes que el gobierno, se gobernaron a sí mismas y se protegieron sin la ayuda del gobierno federal. Ofrece como ejemplo clásico, y adelanto de lo que serían las emigraciones hacia el Oeste durante el siglo XIX, el de los Peregrinos llegados a Plymouth en 1620, que formaban "una comunidad sin gobierno"(14). Según Boorstin, este esquema cronológico se repitió repetidas veces en la historia estadounidense y explica "muchas de las características propias de la vida estadounidense" del periodo de la expansión hacia el Oeste"(15). Remontando la valoración estadounidense de la independencia, Boorstin implica que se trata de un rasgo común a las colonias británicas en América del Norte, no sólo a lo que serían después los Estados Unidos.

1. Pedí a la Gallup Organización, Canadá, el texto de los cuestionarios aplicados en ese país. Nunca me contestaron.

2. Tocqueville, Democrátie ... , p. 429.

3. Frederick Jackson Turner. 1893. "The Significance of the Frontier in American History", in Daniel J. Boorstin (ed.), An American Primer, Meridian Classic:1985, p. 563.

4. Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, traducción de Julieta Campos, 11a. edición, 1991, p. 101.

5. Enrique Denzinger, El magisterio de la Iglesia, versión de Daniel Ruiz Bueno, Editorial Herder, Barcelona, 1955, p. 224. Véase la edición latina: Henrichi Denzinger, Enchiridion Symbolorum, Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, editado por Carolus Rahner, S. I., editio 31, Herder, Barcinone'Friburgi Brisg.-Romae, MCML, pp. 280-281.

6. Le Rapport de Durham, presentado, traducido y anotado por Marcel-Pierre Hamel, Aux Editions de Québec, 1948, p. 156.

7. Robert Ricard, La conquista espiritual de México, traducción de Ángel Ma. Garibay, FCE, México, p. 417.

8. Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670, FCE, México, p. 18.

9. Ibid.

10. Ibid., p. 25.

11. Ibid., p. 65.

12. Ibid., p. 271.

13. Diccionario Porrúa, Historia, biografía y geografía de México, Porrúa, México, 1986, t. 1., p. 768.

14. Daniel Boorstin, Histoire des Américains, varios traductores, Robert Laffont, Bouquins, Paris, 1991, p. 447.

15. Ibid.

Aviso de Privacidad