El problema central del país era la inminente invasión norteamericana. El Presidente Paredes había jurado hacer la guerra a Estados Unidos. La única justificación del levantamiento de San Luis Potosí era realizarla. Por lo tanto, la estabilidad del régimen dependía del éxito que el gobierno tuviera en la conducción de ésta. Pero una vez más, los dirigentes políticos promovían la guerra y al mismo tiempo deshacían al Ejército de Reserva para llevarla a efecto.
El Ejército de Reserva, acantonado en la Ciudad de San Luis Potosí, tenía un valor estratégico obvio: apoyar las operaciones del Ejército del Norte que desde Matamoros custodiaba la línea del río Bravo. Paredes movilizó al Ejército de Reserva hacia la Ciudad de México, después del pronunciamiento del 14 de diciembre, con lo cual dejó al Ejército del Norte totalmente desprotegido y sin ningún apoyo. Es decir, el mismo Paredes, quien pretendía hacer la guerra con éxito, con su movimiento condenó al Ejército del Norte a la derrota.
La situación política de la frontera tenía la misma inestabilidad que el centro del país. La revolución de Paredes fue desconocida por la Asamblea departamental de Nuevo León. El general Mariano Arista entregó el mando militar al general Rómulo Díaz de la Vega, quien fue nombrado también gobernador de Nuevo León. "Evidentemente, Díaz de la Vega tampoco dió el kilo en el mando militar porque a principios de abril, con el ejército de Zacarías Taylor amenazando ya el suelo mexicano, Arista fue convocado nuevamente a asumir la jefatura del Ejército del Norte."18 Cuando las tropas de Zacarías Taylor se movilizaban para provocar un conflicto con México, nuestros dirigentes habían hecho todo lo posible para asegurar la derrota: desaparecer al Ejército de Reserva y cambiar por dos veces a los mandos superiores del Ejército del Norte.
Las vías diplomáticas también estaban cerrándose. Después de la caída del gobierno de Herrera, el comisionado norteamericano, John Slidell, permaneció en México, en el estado de Veracruz. Desde Jalapa, el 1º de marzo de 1846, Slidell escribió al ministro de Relaciones, para que presentase a la consideración del Presidente Mariano Paredes la petición de ser reconocido como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Estados Unidos.19 El gobierno de México contestó a Slidell, el 12 de marzo de 1846. Los términos de la respuesta reproducían las ideas del gobierno del Presidente Herrera, para no admitir a Slidell como un ministro ordinario: México sólo podía admitir a un enviado ad hoc para resolver el problema de la anexión texana a Estados Unidos. No hacerlo así sería tanto como considerar que no había pasado nada, a pesar de que México había perdido ya un enorme territorio.20 El enviado John Slidell pidió, a vuelta de correo, su pasaporte para salir del país.21
Unos días después, el general Mariano Paredes y Arrillaga dio un Manifiesto muy importante. En él relataba lo acontecido con el enviado Slidell y veía inminente la guerra. Paredes decía que al Congreso tocaría hacer una declaración de guerra. Pero, por lo pronto, México haría una guerra defensiva para repeler cualquier agresión de los americanos, ya que los puertos del Golfo estaban bloqueados y el ejército de Taylor avanzaba sobre el río Bravo. El general Paredes aprovechaba para aclarar su posición política: él había jurado sostener el sistema republicano, popular y representativo, y la Nación mantendría, mientras ella quisiera, el sistema republicano.22
El 28 de marzo de 1846, Taylor llegó a la orilla izquierda del río Bravo. El 6 de abril, el general americano informaba a sus jefes que tenía ya levantadas las baterías suficientes para demoler la población de Matamoros. El general Mariano Arista llegó a esa ciudad el 24 de abril y encontró el río bloqueado, la ciudad amenazada y el Ejército americano por todas partes. Hubo escaramuzas entre las avanzadas de ambos ejércitos. Para efectos prácticos las dos naciones ya estaban en guerra.23
El Presidente de Estados Unidos, James Polk, envió un mensaje especial al Congreso, el 11 de mayo de 1846, pidiéndole que declarara el estado de guerra con México: "Pero ahora, después de reiteradas amenazas, México ha traspasado la línea divisoria de los Estados Unidos, ha invadido nuestro territorio y ha derramado sangre americana en suelo americano. Ha proclamado que las actividades han comenzado y que las dos naciones se encuentran en guerra"24. El 13 de mayo de 1846, el Congreso norteamericano hizo la declaración de guerra, como consecuencia de los "actos agresivos" de México.25 Los dos ejércitos pelearían en Palo Alto y Resaca de la Palma. El Ejército del Norte, mal dirigido por el general Arista y con pocos recursos materiales, perdió las dos batallas, y los norteamericanos ocuparon, el 18 de mayo, la Ciudad de Matamoros, que fue abandonada contra las terminantes órdenes de resistir. "Así, pues, en una campaña de nueve o diez días habíamos perdido dos batallas y una plaza: nuestro mejor ejército retrocedía frente al invasor, y éste, victorioso, sentaba el pie en la orilla derecha del Bravo, disponiéndose a avanzar hacia el centro del país."26
Los efectos de estas primeras derrotas y de la pérdida de Matamoros fueron de graves consecuencias para el gobierno del general golpista. La oposición creció y el desprestigio del gobierno se aceleró. Mariano Paredes había fallado en el único punto en el que no podía fallar, puesto que su pronunciamiento estaba construido sobre la base del posible éxito en la guerra contra Estados Unidos, que cada vez se veía más lejano. La disolución del Ejército de Reserva era vista como una de las principales causas de la derrota del Ejército del Norte. A partir de este momento, la caída de Paredes fue vertiginosa. Sólo logró reunir al Congreso Extraordinario, que había nacido en el desprestigio de sus miras monárquicas y en el fracaso de las derrotas de Palo Alto y Resaca de la Palma.
El Congreso General Extraordinario abrió sus sesiones el 2 de junio. Tuvo una vida brevísima, hasta el 4 de agosto de ese año. Fueron tan pocos los diputados que pudieron elegirse bajo la Convocatoria de clases privilegiadas, que tuvieron que disminuir el número requerido para tener sesión. Este triste Congreso sólo elaboró un decreto de importancia: la declaración del estado de guerra con Estados Unidos. El 2 de julio, el gobierno sancionó un decreto del Congreso que lo autorizaba a repeler la agresión que los americanos habían iniciado y sostenían contra la República Mexicana. El Decreto subrayaba que se trataba de una guerra defensiva, para repeler la fuerza con la fuerza, como último recurso a que había conducido la actitud violenta del gobierno americano.27
Mariano Paredes no sabía cómo salir de la ratonera. Pidió permiso al Congreso para dirigir el Ejército contra los americanos. El 20 de junio, aquél concedió permiso al Presidente para que mandara en persona las fuerzas armadas. Esta orden entraría en vigencia cuando el vicepresidente, general Nicolás Bravo, tomara las riendas del Poder Ejecutivo.28
El Congreso, viendo que se desmoronaba el gobierno de Paredes, el 7 de julio decretó que las atribuciones del mismo estarían sujetas a los artículos 76, 77 y 78 de las Bases Orgánicas. Esto quería decir que las Bases Orgánicas eran la ley fundamental del país. Declaración fuera de tiempo, porque el régimen de Paredes estaba por desmoronarse. El 28 de julio, Nicolás Bravo se hizo cargo del gobierno, pocos días antes de que estallara una nueva revolución contra el general Paredes y Arrillaga.