Ma.
Teresa Jarquín Ortega. El
Colegio Mexiquense, A.C.
"Es necesario
enseñarlos primero
a ser hombres y después cristianos"
José de Acosta
Los franciscanos
fueron los primeros frailes en arribar a la Nueva España entre los años
de 1523 y 1536. Su preocupación principal fue la de evangelizar a los
nativos de estos nuevos territorios, fueron los primeros que se interesaron
por introducir un nuevo conocimiento. Así elaboraron y empezaron a poner
en práctica un proyecto educativo, cuyo objetivo central estuvo dirigido
a contribuir en la reorganización social de los pueblos indios, asegurando
su autosuficiencia económica, además de su autonomía social y política.
Su ideal de conquista era ganar almas entre los indios, de acuerdo a la
ideología del retorno a un cristianismo primigenio por el que habían luchado
en Europa desde el siglo XIII y ahora se presentaba la ocasión para llevarlo
a cabo en el Nuevo Mundo.
Los franciscanos
pensaron que en la Nueva España se tenían las condiciones óptimas, de
las que carecieron en Europa, para construir su utopía social con rasgos
milenaristas,
como siempre habían aspirado. Tomaron como centro de operaciones la ciudad
de Texcoco, en el actual Estado de México, por ser el primer lugar a donde
llegaron los tres primeros franciscanos: Pedro de Gante, Juan de Tecto
y Juan de Ahora, quienes no esperaron el permiso papal. Además, encontraron
que en este lugar había un centro de población que contaba con el mayor
número de habitantes cercanos a Tenochtitlán y tenía la tradición de ser
el lugar donde se educaban los miembros de la clase dominante en la época
anterior a su llegada.
La
labor misional en la Nueva España que motivó a estos tres franciscanos
fue ganar almas para compensar las ánimas perdidas en Europa con motivo
de las luchas de la Reforma religiosa. Los mendicantes se sintieron atraídos
a estas tierras al ver la posibilidad de crear un cristianismo primitivo,
basado en la pobreza y el trabajo como San Francisco de Asís lo propagó.
Los ideales se concretaron en una labor educativa, enseñando oficios a
los naturales, guiándolos bajo los objetivos y principios de la reforma
de la iglesia, que se había promovido en España desde el año de 1496.
El principal
promotor de esta reforma fue el Cardenal Ximénez de Cisneros al crear
la Provincia del Santo Evangelio, en Extremadura, en 1518, que luego se
transformó en la provincia de San Gabriel. Su propósito era establecer
un convento donde se practicara una rigurosa vida austera," sus conventos
eran paupérrimos y se sustentaban de limosnas, pero no penurias, se vestían
de sayal, andaban descalzos y dormían en tablas".
Con esta postura de tomar la pobreza como base y principio de la evangelización,
el superior de la orden seráfica seleccionó a doce frailes de la provincia
de San Gabriel de Extremadura; entre los más virtuosos e instruidos; encabezados
por Fray Martín de Valencia, para realizar la llamada "conquista espiritual"
en la Nueva España.
Pocos
días después de su llegada reunieron capítulo, decidieron la erección
de la nueva fundación en custodia, con el nombre de Santo Evangelio, y
dividieron el grupo para distribuirlo en cuatro conventos, que atenderían
a las regiones más densamente pobladas de los valles centrales: México,
Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo.
Por otra
parte, el conquistador militar de la Nueva España, Hernán Cortés solicitó
a los reyes españolesque la evangelización estuviera en manos del clero
regular, en virtud de las buenas características que observó en los naturales
de estas tierras. Así se aunaron los buenos augurios para que se diseñara
un proyecto económico-social pactado entre el conquistador y la orden
de los franciscanos. Pronto ambas partes se pusieron de acuerdo y pensaron
en establecer poblaciones de indios y españoles separadas. Principio político
que luego suscitó muchas controversias y enfrentamientos entre los franciscanos
y los colonizadores recién llegados, pero que al principio permitió a
los frailes promover su empresa evangelizadora con muchas ventajas.
Dos fueron
las estrategias empleadas por los franciscanos en su conquista espiritual:
la conversión selectiva y la masiva. La primera consistió en evangelizar
a los caciques indígenas dando a conocer la religión cristiana y la segunda,
en el bautizo masivo de los naturales. Así, se propusieron construir una
sociedad basada en los principios evangélicos puros, para ello requirieron
ganarse la plena confianza de los indios y ésta se basaba en la pobreza,
por un lado y el respeto de los conquistadores por el otro, que les permitió
aplicar su proyecto de sociedad.
Se congregaron
a los naturales en pueblos indígenas cristianizados, que tendrían la igualdad
en el trabajo, la propiedad común de bienes, en especial de la tierra,
conducidos bajo el principio de la obediencia del Evangelio. La finalidad
principal fue la de evitar la concentración de excedentes económicos,
pensando que si se vivía con lo necesario, no pondrían interés en estimular
la creación de excedentes de riqueza, a este tipo de comunidades pronto
se les conoció como "República de Indios".
El paso
inicial para establecer estos nuevos pueblos de indios consistió en los
bautizos masivos de los naturales, sobre todo en los centros de población
de mayor número de habitantes. La reacción de los indios fue aceptar a
estos nuevos amos de la tierra, que no les exigían tanto como sus antiguos
señores. Con grandes esfuerzos, los habitantes de cada nuevo pueblo congregado,
construían su iglesia o convento que funcionaba como el corazón o centro
de la nueva organización política.
La instrucción
religiosa que ofrecieron los franciscanos a los nuevos conversos fue muy
elemental, por la urgencia que tenían en ganar almas. Se enseñaban los
dogmas fundamentales del cristianismo, sobre todo la existencia de un
Dios único. Al aceptarlo se pasaba al bautizo y luego se daba la catéquesis
en cada población indígena. Para ello daban pláticas ilustradoras a las
élites indígenas, explicándoles la religión cristiana y lo referente a
la vida y organización de la iglesia. Para el resto de los habitantes
de los nuevos pueblos la enseñanza religiosa era elemental y la llevaban
a cabo con apoyo de los fiscales o mandones, previamente capacitados por
los frailes. Estos ayudantes indígenas se conocieron como "temachtinis"
o maestros indígenas.
El primer
paso en su labor sistemática, para educar a los indígenas bajo los principios
del cristianismo, se hizo con los hijos de los nobles (pipiltin). Su objeto
fue dar seguridad a la clase dominante, manteniendo de esta manera su
posición relevante ante el conjunto de la sociedad. Con ello no los desplazaban
de inmediato y seguían en los puesto de mando. Al tener los franciscanos,
en sus manos, la formación de la nobleza futura, su control sobre los
pueblos indios estaría arraigado. Así solicitaron a los nobles que cedieran
a sus hijos para iniciar con ellos la formación cristiana de todo el pueblo,
a largo plazo y de manera permanente.
Fray Jerónimo
de Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana nos da pormenores
de lo que les dijeron a los nobles:
Para
esto, hermanos muy amados, es necesario cuanto a lo primero que vosotros
nos déis y pongáis en nuestras manos a vuestros hijos pequeños, que conviene
sean primero enseñados, así porque ellos están desembarazados, y vosotros
muy ocupados en el gobierno de vuestros vasallos, y en cumplir con nuestros
hermanos españoles, como también porque vuestros hijos , como niños y
tiernos en la edad, comprenderán con mayor facilidad la doctrina que les
enseñaremos. Y después ellos a veces nos ayudarán a enseñandoos a vosostros
y a los demás adultos ovieren deprendido. Los caciques y principales -agrega
Mendieta- respondieron a estos dándoles las gracias por su buena venida
y el deseo que traían de su aprovechamiento, y se ofrecieron que les entregarían
sus hijos para el efecto que pretendían: que reposasen y descansasen,
y ninguna cosa les diese pena.
Estas
ideas provenían de la tradición prehispánica que habían recogido los franciscanos,
sólo que ahora los llevaban a vivir en escuelas anexas a los conventos
y no al Calmecac. Dando así continuidad a la práctica de la vieja usanza
prehispánica que consistía en formar jóvenes en contacto directo con los
oficios religiosos. Una vez que ganaban la confianza de los nobles y el
pueblo en general, se dieron a la tarea de construir una sociedad de acuerdo
a los principios del cristianismo primitivo, según su proyecto educativo
Los nuevos
educandos tenían clases en sus escuelas conventuales
dos veces al día, en la mañana y por la tarde; se enseñaba la doctrina,
la lectura y la escritura del castellano y el latín. Se escogían a los
niños entonados para cantores de la iglesia y se les instruía para servir
de ayudantes en las misas. Estos niños formados en los colegios conventuales
tenían la obligación de difundir lo aprendido en sus pueblos.
Por su parte
los franciscanos daban a lo que se llamaba la "gente común" o macehuales
la enseñanza catequística.
Diariamente, después de misa, concentraban a los niños indígenas en el
atrio de la iglesia, les hacían aprender la doctrina y las oraciones.
Después volvían a sus casas para que aprendieran las labores realizadas
por sus padres. Los viejos del pueblo eran los encargados de la asistencia
y el cuidado de los hijos de la gente común en la instrucción religiosa
.
Los franciscanos
crearon formas didácticas novedosas en la enseñanza de su cristianismo.
Frente a la seguridad que experimentaban respecto al hecho de que los
naturales eran cristianos sin saberlo y de que practicaban las formas
de vida que ellos propugnaban, se dieron a la tarea de crear los mecanismos
adecuados para conducirlos hacia su ideal de sociedad evangélica pura.
Esa fue la lógica de los bautizos masivos, que no cumplieron con toda
la regla establecida por toda la iglesia al administrar ese sacramento.
Fray Pedro de Gante en la ciudad de México bautizó indios por aspersión
a razón de 14,000 diarios y según nos relata Motolinía alguna vez se acabó
el agua para bautizar y hubo necesidad de suplirla con saliva. Hechos
que fueron muy criticados por los demás religiosos.
Los frailes
acostumbraban realizar grandes concentraciones en sus conventos, para
ello crearon dos elementos arquitectónicos en sus conventos e iglesias:
la capilla abierta y el atrio, con el objeto de atraer más y más gente
de acuerdo a los usos y costumbres de los rituales prehispánicos y dar
la instrucción religiosa. En esos espacios abiertos hicieron representaciones
dramáticas con fines didácticos: "en cierto modo parecidas a las obras
del teatro español y europeo en general. Tal como se celebraban los misterios
medievales, en el interior o al lado de los templos".
Los franciscanos
tuvieron apoyo de la Corona española para poder estudiar las lenguas nativas
y así realizar la enseñanza franciscana del cristianismo en las lenguas
propias de los naturales. Además, se les ocurrió hacer representaciones
gráficas de las ideas, dibujando con jeroglíficos las primeras oraciones
cristianas para los indios, concretizando los contenidos de los rezos.
Como el Padre Nuestro, en ilustraciones que mostraban al momento de orar,
baste ver un catecismo en imágenes compuesto por los misioneros, inspirados
en los manuscritos pictóricos indígenas, lo que facilitaba la memorización
de los textos.
Una
de las obras más famosas fue la de Fray Pedro de Gante, quien hizo una
doctrina completa. El libro en cuestión es pequeño de 5.5 X 7.7 cm. y
tiene un total de 83 páginas. Aparece en él una serie de figuras y signos
de dibujo de trazo simple, iluminados con colores planos que contribuyen
a enriquecer las representaciones figuradas. Los dibujos están colocados
en franjas seriadas que se continúan de izquierda a derecha en ambas planas,
lo que denuncia el plan seguido en la representación y la forma, en que
debe intentarse la lectura e interpretación. Empieza con la fórmula para
persignarse y le sigue inmediatamente el Padre Nuestro, el Ave María y
el Credo. Hay una abrupta explicación del misterio de la Santísima Trinidad,
siguen los Mandamiento de la Santa Madre Iglesia, luego los Sacramentos
y las obras de Misericordia. En la primera hoja del pequeño volumen, en
letra del siglo XVIII se consigna: "Este librito es de figuras con que
los misioneros enseñaban a los indios la Doctrina a el principio de la
conquista de Indias".
Para la
enseñanza masiva representaban gráficamente los misterios de la fe, los
sacramentos y otros tópicos de la religión cristiana. Así podemos afirmar
que si los libros estaban dirigidos a los lectores de la nobleza indígena
que dominaban el castellano o latín, para los macehuales se utilizaban
los cuadros donde se ilustraban los contenidos de la fe, que el predicador
explicaba en lengua indígena al momento de señalar con una vara. Hubo
frailes que iban de pueblo en pueblo enseñando con pinturas y sin saber
la lengua de los indígenas. Ante esos obstáculos empleaban la libre inventiva
para realizar su trabajo de prédica. Fray Luis de Caldera hizo tan objetiva
y expresiva su enseñanza del infierno, que utilizó un caldero con agua
hirviendo al que arrojó varios animales vivos, ante la mirada atónita
de los naturales, con la finalidad de representar los sufrimientos eternos
del infierno.
Otro medio
didáctico utilizado por los franciscanos fue el canto y la música. Ponían
en verso oraciones como el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo y otras.
El sonsonete que hoy persiste en los cantos de la iglesias de los pueblos
indios surgió al aplicar ese medio didáctico. Fray Pedro de Gante, en
una carta enviada al emperador Carlos I en el año de 1538, después de
un cuarto de siglo de experiencia pedagógica frente a los naturales, le
decía que como
antes
de convertirse estos indios no cesaban de bailar y de cantar en sus ceremonias
religiosas, he puesto unos versos en que ven cómo Dios se hizo hombre
para salvar al mundo, cómo nació de la Virgen María concebida sin mancha
de pecado, y donde aprenden también los mandamientos de ese Dios que los
salvó.
El modelo
educativo franciscano se construyó con tres vertientes: La primera estuvo
dirigida a la enseñanza de oficios, que recibía la mayoría de los niños
y jóvenes para prepararse en el proceso de producción. La segunda a las
mujeres, con la finalidad de que cumplieran con las funciones de organización
familiar, y la tercera, consistió en la educación superior, a la que estaban
dedicados, en principio, los hijos de la nobleza y en la cual pusieron
sus esperanzas para que su modelo de sociedad se reprodujera, formando
a los encargados de asegurar su continuidad.
La enseñanza
de los oficios y artes manuales tuvo su máxima expresión en la labor realizada
por Fray Pedro de Gante, quien en su escuela San José de los Naturales,
dedicada a los indios de la ciudad de México, enseñó oficios de herrería,
carpintería, albañilería, sastrería, zapatería y otras. El interés que
la orden seráfica puso en dar esta educación "técnica" partía de la idea
de mostrar la dignidad del trabajo y afirmar el gusto por su realización.
Lo entendían como el medio justo del sustento de la vida, tal como lo
concibió el fundador de su orden. Consideraban que la "enseñanza técnica
daba a los indios medios seguros y honestos para ganarse la vida y ponía
un cimiento de estabilidad social, que debía contribuir a la consolidación
de la iglesia".
También introdujeron las técnicas europeas en el arte de la construcción;
como canteros, yeseros, entalladores y otros oficios; también, promovieron
el uso de las técnicas agrícolas traídas de España. La escuela de San
José fue en sí un centro artesanal, dirigido por Fray Pedro de Gante,
quien al parecer de sus hermanos lo calificaron de gran ingenio entre
otras cualidades.
Pero
es prudente rescatar los nombres de algunos de sus colaboradores, cuya
obra ha quedado en las sombras, opacada por el brillo de su hermano de
orden. Hay menciones de que fray Juan Caro fue maestro de música; un fray
Daniel, cuyo apellido ignoramos, enseñó a realizar primorosos bordados,
y fray Diego Valadés actuó durante algún tiempo como colaborador y secretario
de fray Pedro.
Una institución
para niños mestizos fue el colegio de San Juan de Letrán, fundado el 23
de mayo de l547, los estudios eran orientados al aprendizaje de oficios
artesanales y había una rama en el estudio de la gramática. Seleccionaban
a los alumnos según sus aptitudes, los más aptos duraban en el colegio
siete años y los otros solamente tres, que era el tiempo que requerían
para el conocimiento artesanal.
Si la educación
técnica promovida por los franciscanos estuvo dirigida a sustentar el
funcionamiento de los pueblos indios, como unidades productivas eficaces
y autosuficientes, la formación de las mujeres se inscribió dentro de
ese proyecto como medio para asegurar la reproducción de la fuerza de
trabajo al interior de la unidad familiar monogámica. Partiendo del sustrato
básico de la educación religiosa de las niñas y jovencitas, se prestó
atención al cuidado de la formación de su habilidad para cumplir con las
tareas necesarias que permitieran efectuar las labores domésticas en el
hogar. Hubo un proyecto franciscano dirigido a establecer centros de formación
femenina con esos propósitos. Para ello el obispo Fray Juan de Zumárraga
solicitó que se trajeran mujeres piadosas de España , quienes se encargarían
de la educación femenina.
En la misma
época en que empezó a funcionar el colegio de San Juan de Letrán, para
los niños indígenas, se fundó una institución para niña mestizas a la
que se le bautizó como el Colegio de Nuestra Señora de la Caridad, en
su mayoría eran criaturas huérfanas o abandonadas, era un colegio semiconventual
en donde aprendieron, además de doctrina cristiana, labores de aguja,
leer y escribir. Esta institución pronto tuvo gran demanda no sólo de
niñas mestizas, sino de huérfanas españolas necesitadas y algunas entraron
pagando una modesta cantidad por concepto del pupilaje. Entre 1543 y 1555
hasta 1585 las niñas aprendían y practicaban labores de costura, devociones
y buenos modales. Ellas se hacían cargo de la limpieza del colegio y preparaban
los alimentos, estas actividades duraron hasta que se convirtió la institución
en un internado de doncellas españolas. Así las niñas mestizas sólo les
quedó la instrucción de la asistencia de las escuelas de amigas.
A partir
de 1536, una vez que se sentaron las bases del funcionamiento de su modelo
educativo para los pueblos indios, los franciscanos dirigieron sus esfuerzos
a la fundación y fortalecimiento de un colegio para los nobles El Colegio
de Santa Cruz de Tlatelolco. Su principal promotor fue el obispo Zumárraga
y estuvo dirigido a formar al clero indígena, aspiración que les produjo
fuertes críticas de parte de los españoles. Al proponerse educar en él
a personas seleccionadas entre la nobleza indígena que se hicieran cargo
de la conducción de su proyecto de sociedad junto con ellos, desafiaban
en los hechos a las autoridades civiles de origen hispano, pues equivalía
a restituir una especie de dirigente indígena para organizar autónomamente
en su conjunto a lo que se conocía como "República de Indios".
El colegio
iba a ser la cabeza de toda su acción educativa, pues tenían la esperanza
de que de él salieran los más firmes promotores y reproductores de su
empresa de renovación cristiana fundada en una utopía basada en una sociedad
igualitaria. Además, su principal finalidad era la de formar a los frailes
franciscanos indios; en ellos confluirían las dos entidades que se habían
encontrado mutuamente y necesitado para sustentarse a sí mismos, los franciscanos
renovados y los indígenas cristianos. Este colegio, por ser el eje articulador
del modelo educativo franciscano, fue el centro de los más fuertes ataques
recibidos por esta orden en las siguientes décadas.
La idea
de este colegio fue el resultado de lo que Fray Pedro de Gante vio al
establecer una escuela contigua al convento de San Francisco de México,
bajo el nombre de San José de los Naturales, junto a la enseñanza
de los oficios que difundió continuamente entre medio millar de
muchachos, se introdujo el aprendizaje de la gramática latina,
después de la preparación en lectura, escritura, música
y canto, a los estudiantes que se distinguían en poner más
tiempo y empeño. Como producto de esta práctica, surgió
la concepción de la institución encargada de ser cabeza
de todo el modelo educativo franciscano. Fue la habilidad y el interés
mostrado por los alumnos en hacer ese tipo de estudios lo que llevó
a los franciscanos a ver la necesidad de establecer algo que no habían
contemplado previamente: "crear un instituto de enseñanza
superior para indios".
La lógica
fue, si en cada comunidad se realizaba la práctica cotidiana de la enseñanza
del cristianismo y la formación en los oficios, según las posibilidades
existentes, en el centro mismo de la enseñanza técnica, apareció la necesidad
de contar con personas de preparación semejante a la de los guías espirituales.La
concepción y establecimiento del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco no
fue obra de una persona, ni estuvo dirigido a formar exclusivamente a
la nobleza india para que se mantuvieran las condiciones jerárquicas al
interior de las comunidades indígenas. Si a él asistieron integrantes
de la nobleza india, su presencia servía a los propósito de los franciscanos
de ejecutar su proyecto social. Era su instrumento político por medio
del cual aseguraban el apoyo social inmediato a su utopismo milenarista
en cada una de las comunidades integradas como unidades económicas autosuficientes.
Con ellas asegurarían, en todo lo posible, tanto la continuidad de las
formas de vida y producción prehispánica como de sus mecanismos de organización
política.
La diferencia
que los franciscanos hicieron al dar una educación superior a estos niños
fue de conformar un grupo de indígenas que llegaran a entender cabalmente
el proyecto de su orden y sobre todo convertirse en sus posibles articuladores
a nivel general.
...educar a los hijos de los caciques tenía como fin crear una élite de
cristianos cultos que regirían los destinos de la república indiana y
ayudarían a los frailes a crear la iglesia primitiva en el nuevo mundo;
el colegio imperial fue el coronamiento de la obra educativa que los menores
llevaron a cabo entre indios y una de las mayores labores en la labor
misional, pues los alumnos que salieron de él fueron excelentes jueces
y gobernadores, intérpretes, maestros y colaboradores de los frailes.
Así, los
egresados del Colegio de Santa Cruz Tlatelolco estarían en contacto directo
con todos los integrantes de los pueblos. Además, serían educadores al
convertir a su sociedad en una escuela con el ejemplo, pues serían los
integrantes del nuevo gobierno indígena, con una responsabilidad directiva,
sin coacción y basado en la pobreza.
Muy
pronto aparecieron fuertes ataques a este proyecto de los franciscanos
y sus acciones por parte de los encomenderos, quienes se opusieron a la
separación de los pueblos indios y a la filosofía de la orden seráfica.
Lo primero que atacaron fue el uso de las lenguas autóctonas y si en un
principio Carlos I solicitó al papa indulgencias especiales para quienes
se dedicaran a ellas, en 1550 se expide una orden donde se pide a los
religiosos enseñar el castellano a todos los naturales. La ordenanza real
dada el 7 de junio de 1550 a la letra dice:
El
Rey. Nuestro Visorrey de la Nueva España. Como una de las principales
cosas que nos deseamos para el bien de esa tierra es la salvación e instrucción
y conversión a nuestra santa fe católica de los naturales de y que también
tomen nuestra policía y buenas costumbres, y así tratando los medios que
para este fin se podrían tener, ha parecido que uno de ellos y el más
principal sería dar la orden como a esas gentes se les enseñe nuestra
lengua castellana, porque sabida ésta, con más facilidad podrían ser adoctrinados
en las cosas del santo Evangelio y conseguir todo lo demás que les conviene
para nuestra manera de vivir.
Con esta
orden las comunidades indígenas quedarían sujetas de manera definitiva
a los intereses y necesidades de los criollos y peninsulares. La batalla
crucial se dio en torno a la obra educativa franciscana que estaba dirigida
a la consolidación y reproducción de su ideal de hacer la sociedad una
escuela, y la formación de un clero indígena. Así, el Colegio de Santa
Cruz de Tlatelolco desapareció en 1576.
Los franciscanos
fueron realmente en el mundo novohispano maestros y pacificadores al educar
a los niños y jóvenes indios, si en cierto modo hubo dureza en los procedimientos
fue con el fin de ser lo mejor para ellos y así darles una buena arma
de defensa para su vida futura ante los españoles. Fray Jerónimo de Mendieta
lo hizo saber al rey Felipe Ii el 1 de enero de 1562 en una carta en donde
expresó:
...estos
naturales son puramente niños, naturalmente subjetos y tímidos, y así,
con tener padre y maestro verdadero christiano y prudente, que los amase
como a niños y como a tales los corrigiese, y como maestro los enseñase
y instruyese en la fe cristiana y policía humana, no sería más una provincia
entera debajo de la mano de un religioso que una escuela de muchachos
debajo de la mano de su maestro.
El imperial
colegio de Santa Cruz de Tlatelolco estaba destinado a ser el centro de
educación superior más importante de la Nueva España. Los educandos ingresaban
con 10 o 12 años de edad y permanecían en el colegio hasta los 14 o 15
años en que se pensaba que habían terminado sus estudios; hubo casos en
que los muchachos se quedaron ayudando a los frailes como colaboradores
en la elaboración de gramáticas, vocabularios, sermonarios o traductores
del náhuatl o simples informantes sobre sus tradiciones y cultura a la
llegada de los españoles.
El orden
que imperó en el Colegio fue el mismo que se tenía en Europa: se vivía
en comunidad a manera de internado, manteniendo la pobreza de los franciscanos.
Por las mañanas se levantaban al toque de prima y se dirigían a la capilla
a oír misa y posteriormente a las aulas de clase.
Entre las
materias que llevaban en la currículo estaban: el ciclo de humanidades
formada por la gramática latina, morfología, sintaxis y retórica. Dentro
del programa de retórica estaban los conocimientos generales de geografía,
historia, literatura clásica y perceptiva literaria. Al finalizar estas
materias continuaban con el estudio de la lógica y la filosofía, cuyos
textos estaban escritos en latín . Con
estos conocimientos rápidamente los alumnos de Santa Cruz destacaron como
latinistas, traductores e intérpretes.
El Colegio
se proponía como objetivos: formar elementos seglares poseedores de una
fe cristiana firme y arraigada; preparar a personas que sirvieran de agentes
de catecismo para instruir a los que no tuviesen acceso al Colegio y proveer
de ayudantes e intérpretes a los religiosos no peritos en las lenguas
vernáculas.
En el Colegio
de Santa Cruz de Tlatelolco enseñaron todos los franciscanos de la época.
Cabe resaltar a Arnaldo de Basacio, Andrés de Olmos, Bernardino de Sahagún,
Juan de Gaona, Juan de Focher, Francisco de Bustamante, Diego de Granado,
Juan de Mancilla, Alonso de Molina, Francisco de las Navas, Antonio Roldán
y Pedro de Oroz, entre otros. Posteriormente, algunos de los alumnos se
van a convertir en profesores de sus condiscípulos.
Entre los
alumnos cabe mencionar a: Antonio Valeriano, Alonso Vejerano, Martín Jacobita,
Pedro de San Buenaventura, Diego de Grado, Bonifacio Maximiliano, Mateo
Severino, Andrés Leonardo, Hernando de Rivas, Juan Bernardo, Diego Adriano,
Francisco Bautista de Contreras, Esteban Bravo, Agustín de La Fuente,
Pedro Juan Antonio, Fernando Alvarado Tezozómoc, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl,
Juan Bautista Pomar, Domingo Francisco Desan Antón Muñon Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin
y otros brillantes colegiales. Destacaremos únicamente a Don Pablo Nazareo
cacique de Xaltocan, que al decir de Alonso de Zorita (Relación de
la Nueva España) fue muy buen latinista y retórico, filósofo, poeta,
quien al egresar enseñó a los indios gramática y doctrina cristiana. Además
sus biógrafos aseguran que se crió desde su niñez con los doce primeros
frailes
era
muy virtuoso y muy buen cristiano y muy bien doctrinado y buen latino
y retórico, lógico y filósofo y no mal poeta en todo género de versos
y fue muchos años rector y preceptor en el colegio de indios desde que
se fundó en el Tlatelulco que llaman Santiago y tenía algunas pinturas
de las antigüedades de aquella tierra de donde sacó la Relación y Memoriales
que me dio y era casado con una hija de un hermano de Moctezuma llamado
don Juan Axayac y lo conocí muy viejo y tenía gran noticia de todo lo
que aquella tierra...
Una
de las grandes preocupaciones de los franciscano fue dotar al Colegio de
Santa Cruz de Tlatelolco de una buena biblioteca. Los primeros volúmenes
que la integraron fueron; según los inventarios de la época; de la cultura
clásica, por supuesto que no faltó Platón, Aristóteles, Plutarco, Boecio,
Caton, Cicerón, Flavio Josefo, Juvenal, Marcial, Marco Antonio Plinio, Prudencio,
Quintiliano, Salustio, Tito Livio y Virgilio entre otros. En cuanto a la
patrística estan las obras de San Agustín, San Ambrosio, San Cipriano, San
Jerónimo; la ciencia medieval por: Santo Tomás de Aquino, Tomás de Kempis;
el renacimiento por: Erasmo, Antonio De Nebrija, Luis Vives y otros de la
época.
Una educación
variada en objetivos fue el medio al que recurrieron los franciscanos.
Para tal efecto fundaron numerosas escuelas de primeras letras y para
rematarlas pusieron en marcha una carrera de estudios superiores en el
colegio de Tlatelolco. Los frutos iniciales de la actividad docente fueron
rápidos y notables. De entre ellos salieron ayudantes de los frailes en
la cristianización, gramáticos trilingües (español, náhuatl y latín) que
fueron aprovechados por los sacerdotes para la elaboración de sus libros.
Pero su fruto principal fue en el aspecto evangelizador y de incorporación
a la nueva sociedad novohispana.
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