OBEDIENCIA Y AUTORIDAD

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Antes de explicar todos estos hechos, veamos, aunque sea sumariamente, los significados de estos dos conceptos, y la relación entre ellos.

Obediencia y autoridad son términos correlativos: uno explica al otro, y uno no puede existir sin el otro. Obedecemos "a toda persona que nos parece revestida de autoridad"(1).

En toda sociedad existen la autoridad y la obediencia, pero cuando ambas se dan en exceso tiene lugar el autoritarismo, es decir el exceso de autoridad.

Según Bourricaud, "la autoridad supone en quienes se ejerce una actitud de confianza hacia quienes están investidos de ella"(2). Si falta la confianza y persiste la obediencia, no hay autoridad sino autoritarismo.

Según Max Weber, "debe entenderse por 'dominación' ... la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda clase de mandatos) ... Esta dominación ("autoridad") ... puede descansar en los más diversos motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones puramente racionales con arreglo a fines"(3).

La obediencia implica una cierta renuncia a la razón y a la propia opinión: " 'Obediencia', escribe Weber, significa que la acción del que obedece transcurre como si el contenido del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en máxima de su conducta; y eso únicamente en méritos de la relación formal de obediencia, sin tener en cuenta la propia opinión sobre el valor o desvalor del mandato como tal"(4).

El gobierno democrático "reduce al mínimo el alcance del poder de mando"(5), es decir el ámbito de la obediencia, de manera que la valoración de la obediencia es inversamente proporcional al grado de democracia. En la dominación patriarcal y patrimonial, "la obediencia es incondicional" e ilimitada(6).

Una forma particular de la obediencia es la "disciplina racional", que es "la realización consecuentemente racionalizada, es decir, metódicamente ejercitada, precisa e incondicionalmente opuesta a toda crítica, de una orden recibida así como la íntima actitud exclusivamente encaminada a tal actitud". Un extremo de la disciplina racional es la obediencia ciega(7).

Según Locke y los empiristas, la autoridad intelectual estuvo asociada tanto con la represión del dogma sectario como con la compulsión del razonamiento deductivo. En política, asociaron la autoridad con el poder, pensando que aquélla es un aspecto de éste.(8).

Según John Stuart Mill, autoridad, poder y compulsión son equivalentes, y representan la antítesis colectiva de la libertad. Esta debe, necesariamente limitar la autoridad o ser limitada por ella(9)

Modernamente, se califica de "autoritarios" a gobiernos cuyas características se parecen a las de los gobiernos fascistas y nacional-socialistas, como los de Hitler y de Mussolini. Según este uso, un gobierno es autoritario si es totalitario, es decir si hace depender toda la vida de las personas y de los grupos del Estado. En este sentido, se habla de autoridad totalitaria(10).

Aunque la obediencia existe siempre que hay dominación, una alta valoración de ella es propia de sociedades autoritarias.



Quisiera resumir la ideas anteriores en cinco proposiciones tentativas, a manera de hipótesis de trabajo.

1. La mayor valoración relativa de la libertad y la menor valoración relativa de la obediencia son características de las sociedades modernas. Las sociedades más modernas valoran más la libertad, mientras que las sociedades menos modernas valoran más la obediencia.

2. La valoración de la autoridad -y, por lo tanto, de la obediencia- es inversamente proporcional a la valoración de la libertad: las sociedades que más valoran ésta valoran menos aquélla.

3. La valoración excesiva de la obediencia ha dado lugar a la subvaloración de la libertad, lo cual, a su vez, ha sentado las bases culturales de gobiernos autoritarios.

4. La existencia de gobiernos autoritarios, al hacer pesar sobre las personas un exceso de autoridad, da lugar, a medida que ese exceso se hace sentir en el tiempo, al sentimiento de que hay demasiada autoridad.

5. La existencia de gobiernos democráticos, al ejercer sobre las personas grados mínimos o tolerables de autoridad, puede propiciar el sentimiento de que falta autoridad.

Estas cinco hipótesis explican, por lo menos en parte, los cuatro hechos mostrados antes.

1. En los tres países de este estudio, las mayorías no piensan que hay que inculcar la obediencia como una cualidad particularmente importante. Este hecho se explica por la primera hipótesis de trabajo, formulada antes: los tres países de este estudio son, en diverso grado, sociedades modernas y, por ello, hay en ellos una menor valoración relativa de la obediencia.

2. México es el país donde la minoría que piensa que hay que inculcar la obediencia no sólo es la mayor sino se acerca a la mitad de la población. Este hecho se explica por la primera y la segunda hipótesis de trabajo, formuladas antes: en primer lugar, México es el país menos moderno de los tres; en segundo lugar, México es el país donde menos se valora la libertad. Por ser el país menor moderno, México valora más la obediencia que los más modernos. Por valorar menos la libertad, los mexicanos valoran más la autoridad y la obediencia.

3. En los tres países, las mayorías piensan que hace falta mayor respeto por la autoridad. Limitándolo a Canadá y a Estados Unidos, este hecho se explica por la quinta hipótesis de trabajo. Si el ejercicio de la autoridad disminuye en la medida en que aumenta el ejercicio de la libertad, siendo éste amplio en estas dos entidades, aquél es, o puede parecer a muchas personas, pequeño o insuficiente. Esta explicación no vale para México, donde la libertad nunca ha sido grande.

4. México es el país donde se siente menos que falta autoridad. Este hecho se explica por la cuarta hipótesis de trabajo. Desde la Colonia hasta nuestros días, en México siempre, o casi siempre, ha habido gobiernos autoritarios. Si el ejercicio de la libertad disminuye en la medida en que aumenta el ejercicio de la autoridad, habiendo sido éste máximo en México, aquél ha sido mínimo. Al sentir las personas durante varios siglos un exceso de autoridad casi nunca interrumpido, se vuelve conciencia colectiva el sentimiento de que hay demasiada autoridad. Ese sentimiento conlleva el hecho de que, comparado con los otros dos países de este estudio, en México se sienta menos que falta autoridad. Obsérvese que persiste el problema de que la mayoría de los mexicanos piensa que hace falta más autoridad. Aquí he propuesto una explicación para el hecho de que los mexicanos sienten así menos que los canadienses y que los estadounidenses, no para el hecho de que la mayoría de los mexicanos piensen así.

La tercera hipótesis de trabajo no explica las diferencias significativas en las valoraciones de la autoridad o de la obediencia, sino hace de ellas una explicación de la historia autoritaria en México. Varios siglos de una valoración excesiva de la obediencia han dado lugar, en este país, a la subvaloración de la libertad. Esta escasa valoración de la libertad ha sido una de las bases culturales más amplias, sólidas y durables de los gobiernos autoritarios que México ha sufrido en la Colonia, en el siglo XIX, durante el Porfiriato y durante los regímenes post-revolucionarios, desde 1918 hasta nuestros días.

1. François Bourricaud. Esquisse dŽune théorie de lŽautorité, Plon, Paris, 1969, p. 9.

2. Bourricaud, Esquisse ... , p. 131.

3. Max Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1981, p. 170.

4. Weber, Ibid., p. 172.

5. Ibid., 701.

6. Ibid., pp. 771 y 776.

7. Ibid., p. 882.

8. Leonard Krieger, "Authority", in: Philip P. Wiener, editor in chief, Dictionary of the History of Ideas, Charles Scribner's Sons, New York, 1973, v. I, p. 152.

9. Ibid., p. 153.

10. Ibid., pp. 158-159.

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