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Los resultados obtenidos en el presente estudio deben considerarse solo como indicativos formales de lo que puede estar ocurriendo con el lobo en condiciones silvestres y sin la intervención de hombre. No obstante esta aclaración, es posible deducir algunos aspectos reales críticos para la supervivencia del taxón, principalmente en lo referente a las características intrínsecas de una población de, cuando mucho 50 ejemplares. El análisis de los resultados mostró que existen 5 factores críticos para la recuperación y preservación de este cánido: 1er factor. La existencia de una población con una distribución de edades inestable, es decir, carente de la condición necesaria de que cada clase de edad contenga un número de animales igual o mayor que cualquier otra clase de individuos más viejos. Por ello, la población se ha comportado y seguirá comportándose erráticamente por diferencias aleatorias en la reproducción y fertilidad individuales, así como por los efectos coincidentes de una alta mortalidad de crías y baja natalidad. Por tanto, es de esperar que la autorecuperación poblacional se dificulte extremadamente. Recordemos que cada tasa constante de supervivencia, mortalidad y fecundidad define tasas de crecimiento anual (Lambda), intrínseca (r) y neta (Ro) únicas. 2o factor. La reducida población efectiva (Ne) y, en consecuencia, la depresión en el radio Ne/N, que trae consigo una disminución en el potencial reproductivo y pérdida de variabilidad genética. Si tenemos una población total de N = 50, es poco probable que el 100% de los individuos se reproduzcan, esto como resultado del aislamiento y fragmentación poblacional. Como apuntó McBride, y como las recientes evidencias lo señalan, existe un número reducido de lobos dispersos en una gran área (4 ó 5 estados del país). Aún en el afortunado caso en que la población efectiva fuera igual o mayor al censo N = 50, las probabilidades de encuentros reproductivos son tan escasos que, automáticamente, se deprime la población efectiva. Por el otro lado, como los genes son transmitidos de generación en generación, y no de año en año, una población efectiva pequeña transmitirá sólo una fracción minúscula de variabilidad genética con la consiguiente pérdida de heterocigosis y alelos por deriva génica y cuellos de botella, aún cuando 50 ejemplares poseen un porcentaje de heterocigosis de casi el 100%. Si a esto sumamos la alta posibilidad de encuentros reproductivos endogámicos, la pérdida de variabilidad sería mayor junto a un incremento en los coeficientes de consanguinidad y la fijación de genes deletéreos. Otra vez, si existiera una población efectiva grande, al incrementarse el valor de algún factor demográfico por causas estocásticas, como el tiempo de generación, la pérdida genética sería menor pero a costa de un decremento en Lambda, que podría redundar en extinción demográfica y no genética. 3er factor. La disparidad en proporción machos/hembras, que afecta directamente a la población efectiva, ya que ésta no es función del simple número de machos y hembras reproductores sino de las probabilidades de cada individuo para transmitir 1/2 de su poza total de genes. Teóricamente, la maximización en el potencial reproductivo sería dada por la proporción Ne/N = 1.0. 4o factor. Las bajas probabilidades de encuentros reproductivos exitosos, dados el bajo número de individuos y la amplia dispersión que presentan. 5o factor. Las altas probabilidades de incidencia estocástica de catástrofes ambientales, demográficas y genéticas, como epizootias, reducción en la tasa de natalidad e hibridación, respectivamente. Aquí hay que señalar que, incluso cuando cesan de actuar las fuerzas determinísticas que conducen a una o varias poblaciones pequeñas, aisladas y fragmentadas, como la caza, el envenenamiento, el agotamiento de presas y la destrucción de hábitats, la población queda en un estado tal que está a merced de fuerzas estocásticas externas, como catástrofes ambientales, o intrínsecas, como catástrofes demográficas y genéticas. Concluyendo lo anterior, el permitir que una población pequeña, fragmentada y aislada, de alrededor de 50 lobos silvestres dispersos en una gran área, exista sin la intervención directa de la comunidad científica, sería una acción no recomendable, pues tal población está condenada a la extinción tanto determinística como estocástica. Tal población, como muestran los resultados de este trabajo, no posee el potencial intrínseco para autorecuperarse, y está altamente amenazada por fuerzas estocásticas ambientales, demográficas y genéticas aleatorias, y por fuerzas artificiales como el envenenamiento, la caza y la pérdida de hábitats y presas por causa del hombre. Sin embargo, no se recomienda la captura de ningún ejemplar silvestre, aunque sea ya un imperativo inaplazable, si no se cuenta antes con una estrategia de conservación a largo plazo que incluya los manejos genético, demográfico, sociobiológico, ecológico, y veterinario, se defina una capacidad de carga cautiva acorde a objetivos genéticos y demográficos precisos, se aporten recursos suficientes para hacerlo, y se determine la viabilidad de la reintroducción a mediano o largo plazo. Al respecto existen indicios de lo que puede ocurrir si no se toman las medidas pertinentes para el manejo de este cánido. Con cualquier población de lobo mexicano silvestre que se parezca a cualquiera de los modelos poblacionales de este estudio, no será posible establecer una población mínima viable ideal de manera espontánea, es decir, sin el manejo intensivo realizado por el hombre. El análisis de las probabilidades de extinción y de todos los valores de los parámetros introducidos a las simulaciones, indica que sólo es posible establecer 5 poblaciones mínimas viables si se cuenta con una capacidad de carga en cautiverio de un máximo de 300 individuos. Así tendríamos: a) 1 población mínima viable para conservar el 90.0% de la heterocigosis por 100 años si el número efectivo de fundadores es de 28; si T es 3.8 años; si Lambda es de 1.556; si la proporción Ne/N es de 0.56, y si tenemos una población efectiva de 143 individuos en una población total de 255. b) 1 población mínima viable para conservar el 92.0% de la heterocigosis por 100 años si el número efectivo de fundadores es de 36; si T es 3.6 años; si Lambda es de 1.403; si la proporción Ne/N es de 0.72, y si tenemos una población efectiva de 192 individuos en una población total de 267. c) 1 población mínima viable para conservar el 90.0% de la heterocigosis por 40 años si el número efectivo de fundadores es de 18; si T es 3.9 años; si Lambda es de 1.134; si la proporción Ne/N es de 0.36, y si tenemos una población efectiva de 71 individuos en una población total de 197. d) 1 población mínima viable para conservar el 94.0% de la heterocigosis por 100 años si el número efectivo de fundadores es de 46; si T es 3.5 años; si Lambda es de 1.367; si la proporción Ne/N es de 0.92, y si tenemos una población efectiva de 275 individuos en una población total de 299. e) 1 población mínima viable para conservar el 92.0% de la heterocigosis por 100 años si el número efectivo de fundadores es de 46; si T es 3.6 años; si Lambda es de 1.278; si la proporción Ne/N es de 0.92, y si tenemos una población efectiva de 184 individuos en una población total de 200. No se recomienda la conservación de menos del 90.0% de la variabilidad genética, expresada en heterocigosis, si se quiere mantener el potencial evolutivo del taxón, a menos que no quede otra opción. De cualquier manera, ninguna población mínima viable puede ser establecida si no existe actualmente un mínimo de 18 (9:9) lobos silvestres, si la capacidad de carga no llega a los 300 ejemplares, y si no se presentan los valores demográficos arriba señalados, condiciones que, dudamos, se encuentren hoy en la última población de lobos silvestres en México.
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