CATECISMO | |
El
concepto catecismo, proviene del latín catechismus, que significa
instruir, que a su vez proviene del griego kateechismo, que puede traducirse
como compendio sobre alguna rama del conocimiento y de katecheo, que de
manera más especifica significa instruir a través de un sistema
de preguntas y respuestas. En su acepción castellana se aplica a
un texto que en forma de preguntas y respuestas contiene la exposición
sucinta sobre algún tema. Su presentación en forma de diálogo
entre el maestro y el alumno facilitaba la enseñanza y el aprendizaje.
Su origen deriva del método utilizado por los primeros cristianos
para adoctrinar a los aspirantes a la nueva religión, a quienes llamaban
catecúmenos, que a través del sistema de catecismo difundían
los principios de la nueva religión en pequeños grupos. Luego
se fueron copiando los rudimentos de la doctrina en pequeños legajos,
para transmitirse a distancia y en el tiempo. Estos escritos fueron desarrollándose
conforme fue progresando el cristianismo, y una vez consolidado como religión
dominante en Europa se fue diluyendo su uso. Al concluir el estudio del
catecismo, toda una concepción del mundo y de las relaciones humanas
se había transmitido a las nuevas generaciones. Si lograban apropiarse
de su contenido, tratarían de visitar al enfermo, dar de comer al
hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo, brindar posada al
peregrino, redimir al cautivo y enterrar a los muertos. En su vida cotidiana
buscarían enseñar al que no supiese, aconsejar al que lo necesitase,
corregir al que errase, perdonar las injurias, consolar al triste, sufrir
con paciencia las flaquezas del prójimo, rogar a Dios por vivos y
muertos. Si no llegaban a aplicar estas obras de misericordia es posible
que por lo menos sentirían respeto y consideración por quien
si lo hiciese y se asumiera de todas formas una actitud moral por acción
o por reacción, que de todas maneras contribuía a reproducir
socialmente este sistema de pensamiento. Los niños que hubiesen comprendido
la doctrina tratarían de evitar los pecados capitales de soberbia,
avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Y si no los evitaban, se
quedarían con sentimientos de culpa por ello. Tendrían que
cultivar las siete virtudes contra esos pecados: humildad, largueza, castidad,
paciencia, templanza, caridad y diligencia; además de las virtudes
cardinales de prudencia, justicia y fortaleza. El joven que deseara superarse tendría que desarrollar las tres potencias del alma; esto es memoria, entendimiento y voluntad, y hacerse merecedor de los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad, temor de Dios. Si respondía al ideal cristiano podría llegar a alcanzar los doce frutos del Espíritu Santo; estos son, caridad, gozo espiritual, paz, paciencia, liberalidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad. En una palabra, se estaba cultivando la formación del carácter, tan recomendada por los clásicos de la Antigüedad. |
Cfr. Novísimo Diccionario de la Lengua Castellana, Op. cit.Cfr. Novísimo Diccionario de la Lengua Castellana, Op. cit. |